debe pasar con quien verbaliza dichas --o desdichas-- como con aquel niño mentiroso que gritaba "¡ahí viene el lobo!"... a saber: que cuando esté siendo en efecto dichoso --o desdichado--, los demás creerán, sumidos en un irremediable y desconfiado bostezo, que sólo está haciendo literatura --nuevamente... je.
Y, si no las verbalizamos, ¿qué hacer con ellas entonces? A mí me despiertan más desconfianza los que verbalizan sus desdichas.
ResponderBorrarEsa nota recuerdo bien que hablaba sobre Cisnes Negros...
ResponderBorrarprongo un post sobre eso =-)
debe pasar con quien verbaliza dichas --o desdichas-- como con aquel niño mentiroso que gritaba "¡ahí viene el lobo!"... a saber: que cuando esté siendo en efecto dichoso --o desdichado--, los demás creerán, sumidos en un irremediable y desconfiado bostezo, que sólo está haciendo literatura --nuevamente... je.
ResponderBorrarbueno... al menos a mí me ha sucedido...
sobra decir que esta entrada me perturba... :P
saludos.
fernando.