miércoles, enero 31, 2007

La Crisis! La Crisis!

Uno se da cuenta de que el país está en una seria y apretada situación económica cuando anuncian en la TV con bombo y platillo un programa especial sobre San Nicolás de Bari, el Santo Patrono del Dinero (diciendo estás últimas 4 palabras con especial enfasis).


RETROPOST: Noviembre en Enero.


Dije que iba a subir todos los Posts que se quedaron como borradores y no me voy a echar atrás. Aunque poner este sea harto irónico, en especial en el día que mando todo con ella al diablo.

(where it belongs).

HE DICHO!

P.D. Esta canción aun así es hermosa. La letra me suena mas a una narración introspectiva que un poema... y oh fuck... Slash rifa, más que nunca en este video.


Cuando miro en tus ojos
puedo ver un amor reprimido
pero, cariño cuando te abrazo
¿No sabes que siento lo mismo?

Porque nada es para siempre
y ambos sabemos que
los corazones pueden cambiar,
y es dificil sostener una vela
en la fría lluvia de Noviembre

Hemos pasado por esto durante
tanto tanto tiempo.
Sólo tratando matar el dolor.

Pero los amantes siempre vienen
y los amantes siempre se van ,
y nadie está realmente seguro
de quién se marcha hoy...


Si pudiesemos tomarnos el
tiempo para arreglar las cosas
podría descansar mi cabeza
sólo sabiendo que eres
mia, toda mía...
Así que si quieres quererme
entonces, cariño, no te detengas
o yo me alejaré
en la fría lluvia de Noviembre

Necesitas algún tiempo... a solas?
Necesitas algún tiempo...
completamente sola?
Todo el mundo necesita algún
tiempo solo
No sabes que necesitas algún
tiempo completamente sola?

Sé que es complicado mantener un
corazón abierto
cuando incluso los amigos
parecen herirte
pero si puedes curar un corazón roto
no será demasiado tarde para
hechizarte.

Algunas veces necesito algún
tiempo... a solas
Algunas veces necesito algún
tiempo... totalmente solo.
Todo el mundo necesita algún
tiempo solo.
No sabes que necesito algún
tiempo totalmente solo?

Y cuando tus miedos sobrevivan
y las sombras permanezcan...
Sé que podrás amarme
cuando no quede nadie a quien culpar,
así que ignora la oscuridad...
Porque nada dura para siempre,
incluso la fría lluvia de Noviembre.

No crees que necesitas a alguien?
No crees que necesitas a alguien?
Todo el mundo necesita a alguien!
No eres la única...
No eres la única...


-November Rain / Guns & Roses


martes, enero 30, 2007

RETROPOST: Festen-jando en el Diana.

*(Revisando mi panel del blog me di cuenta de que dejé muchos posts como borradores, por varios motivos olvidé publicarlos y pues ahí van).

Tarararán tara rarará ran ta ta! Yorkperry´s productions presents:
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Pues para iniciar bonito el año (y justo antes de la bronca del robo) decidí ponerme bien cosmopolita e ir al teatro Diana a ver Festen, sí, la puesta en escena con Diego Luna.
Con la grata compañía de una amiga, que tuvo el detallazo de regalarme el Blonde on Blonde cuando ni siquiera se lo pedí. Total, que su afición compulsa a leer TVNotas y ver telenovelas embonaba perfectamente con el reparto de la obra que, en lo personal, me parecía encabronamente difícil de adaptar. Así que en retribución la llevé a ver Festen. Conseguí excelentes lugares (después varias visitas al Diana puedes determinar exactamente cuales son los mejores asientos en relación “ubicación-visión-precio”) y me dispuse a ver un potencial bodrio.

Y oh my fucking god. Terminé absolutamente sorprendido! Es una excelente e increíble obra! Los motivos para no perdérsela sobran. La puesta en escena es muy ágil y respeta la esencia del filme. Ver todos los actores en escena, cada uno interpretando una situación diferente en el mismo espacio, con esa sucesión de diálogos, tonos, sensaciones y ánimos, contraponiéndose, produciendo vértigo, brincando tu atención de un extremo a otro del escenario. Cuatro situaciones que acontecen al mismo tiempo y se entretejen para formar una sola, aunque sigan ajenas entre sí. Es intenso y grato verlo.


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La escenografía e iluminación también son admirables, como sacadas de una película de David Lynch. Tonos rojos chillantes, cortinas muchas cortinas rojas, puertas que se abren de la nada, sillas perfectamente alineadas sin nada más que las rodee, pasadizos de luz, oscuridad y silencios insoportables.

Las actuaciones, todas excelentes, al tú por tú, de grandes ligas (nacionales pues), a la altura, excepto por una: La de Diana Bracho. Que si bien la señora es toda una institución y bastó para que pusiera un pie sobre el escenario para que todo el teatro rompiera en aplausos… Su interpretación es harto mediocre. Es más, cuando ella salía de escena sentías que ibas a escuchar a López Doriga anunciando las noticias de hoy.



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Esta noche en Noticieros: Diana Bracho apesta...

Aun así, la obra es excelente. Definitivamente cuando vuelvan a la ciudad estaré de nuevo ahí. Diego Luna rifa, Festen rifa, Lars Von Trier rifa (excepto por una película), el Diana rifa y el Señor Holloway mega rifa. La velada fue todo un éxito, ojalá haya más iguales.

lunes, enero 29, 2007

Querido Tio York: La espera.

Querido Tio York:
¿En qué lugar del alma la espera deja de doler?

-Perla desde el reloj de arena de las legionarias Karmicas.

Querida Perla:

El tio York se ha sentido fuertemente comprometido con esta pregunta. Ya que de una forma u otra él mismo se la había hecho pero sin encontrar las palabras para expresarla. Así que decidí examinar letra por letra para dar con la mejor respuesta. En efecto sobrina, comenzando por la "E", después por la "n", un respiro, para ir por la "q", enseguida la "u", luego la "é" y así hasta llegar a esa triste y desolada "r".

Todo esto para poder encontrar ese preciso rincón geográfico en el que deja de doler. Y bien, luego de una noche completa de reflexión y tacto, mucho tacto. Creo que tengo la respuesta precisa, y espero sobrinita que te sea de mucha ayuda.

El lugar del alma donde la espera deja de doler es:



Lejos, muy lejos.


Sigan mandando sus preguntas amiguitos!

RETROPOST: Cortejo en un Starbucks...



"Me gusta hablar contigo. Sabes escuchar".


Pocas veces nos detenemos a reflexionar lo jodidamente unidireccional que es ese cumplido tan común. Y bien, no sé cómo pero encuentro perfectamente comprensible que el chico al que se lo han dicho ni se haya dado por enterado de lo egoista que fue la frase.

El pobre idiota estaba tan distraido dibujando un diagrama en el rostro de ella.


Les digo algo? Creo que la persona que sabe (y gusta de) hablar muy rara vez tiene la capacidad de escuchar o escucharse (a menos que sea parte de un ritual narcisista); y justo por eso admira a quien puede hacerlo. Me dirán que puedo sonar prejuicioso. Y que necesitaría conocer mejor a la dama que dijo ese "halago" antes de emitir tan dura crítica. Pero creo que tengo los sustentos suficientes.


Yo era el pobre idiota.

domingo, enero 28, 2007

Sideways (al final...)


Es oficial, luego de un momento de revelación en la agonía de este fin de semana (y la personal), he decidido cerrar mi etapa de gran patán. Llegué al extremo del otro punto y creo que ya puedo buscar mi equilibrio.
Porque todo esto no es justo y el tiempo corre para perderlo. Porque ya basta de tantas heridas, ninguna de las personas que lastimé tuvo la culpa de lo que me pasó (lo que me pasó sí, tiene un nombre). Y ya es tiempo.... de dejar atrás toda la basura. No quiero también arrastrar tantas cadenas.
No quiero un rosario de letanías como ese del que ya formo parte.
Porque yo no soy así, porque yo quiero creer y no me puedo engañar y quiero amar... entonces he estado buscando en el lugar equivocado... así que sólo me queda irme y esperar que sea alguien que valga la pena.

Sólo puedo esperar ser fiel a mi mismo. Porque sólo me queda creer en mi.

¿Cómo explicar este cambio? Pues no sé, pero creo que va más o menos así:

“...se me ocurre la historia esa de los ríos, si de verdad pretendo algo que me haga asimilar todo este asunto acabo pensando en los ríos, y en el hecho de que se pusieran a estudiarlos precisamente porque no les cuadraba esa historia de que un río, teniendo que llegar al mar, invierta tanto tiempo, o sea, elija, deliberadamente, hacer un montón de curvas en lugar de dirigirse directamente a su meta, tienes que admitir que es algo absurdo, y es exactamente lo que ellos pensaron, hay algo absurdo en todas esas curvas, de manera que se pusieron a estudiar el tema y lo que descubrieron al final es increíble, es que cualquier río, no importa su longitud, todos los ríos, todos y cada uno de los ríos, antes de llegar al mar hacen exactamente un recorrido tres veces más largo que el que harían si fueran en línea recta, asombroso, piénsalo, tres veces lo que sería necesario y todo a base de curvas, justamente, sólo con esa estratagema de las curvas y no ese río, ese otro, sino todos los ríos, como si fuera algo obligado, una especie de regla para todos, es algo increíble, una locura, verdaderamente, pero eso es lo que descubrieron con científica seguridad a base de estudiar los ríos, todos los ríos, descubrieron que no están locos, es su propia naturaleza de los ríos la que los obliga a ese vagabundeo continuo, e incluso exacto, de manera que todos, y digo todos, al final navegan por un camino tres veces más largo de lo necesario, es más, para ser exactos, toma tres coma catorce veces, te lo juro, el famoso pi de los griegos, no quería creérmelo, pero, en efecto, parece que así es, tienes que coger su distancia respecto al mar, multiplicarla por el pi griego y obtienes la distancia que efectivamente recorren, lo cual, pensé, es muy chulo, porque, pensé, si hay una regla para ellos cómo no la va a haber para nosotros, o sea, lo mínimo que puede esperarse es que para nosotros sea más o menos lo mismo, y que todo este deambular arriba y abajo, como si estuviéramos locos, o peor aún, perdidos, es nuestra manera de ir directos, un modo científicamente exacto y, por decirlo de alguna manera, ya prefijado, a pesar de que sea indudablemente parecido a una secuencia desordenada de errores, o replanteamientos, pero sólo en apariencia porque en realidad es simplemente nuestra manera de ir a donde tenemos que ir…”
- Alessandro Baricco, City.
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"Esto no es una salida"...

Yregreséalamaldicióndelcajónsinsuropa,alaperdicióndelosbaresdecopas,alascenicientasdesaldoyesquina,y,poresasventasdelfinoLaina,pagandolascuentasdegentesinalmaquepierdelacalmaconlacocaína.Volviéndomeloco,derrochandolabolsaylavidalafuí,pocoapoco,dandoporperdida.
Yesoqueyo,paranoagobiarconfloresaMaría,paranoasediarlaconmiantologíadesábanasríasyalcobasvacías,paranocomprarlaconbisutería,niserelfantochequeva,enromería,conlacofradíadelSantoReproche...

Tanto la quería, que, tardé, en aprender a olvidarla, diecinueve días y quinientas noches....

Ejem ejem... Sólo 6 palabras:


WE

ARE

THE

CHAMPIONS

MY

FRIEND!!!!!!!!


jueves, enero 25, 2007

El último boy scout

Y mientras escribía el anterior post, un rato después de recibir un Forward de cierta persona que me molestó a sobremanera. En la radio comienzan a tocar “Laura No Está” de Nek.

Mi primera reacción fue mentarle la madre a la estación de radio. Pero el Mr. tiene razón. Es harto cómico.

Y ya se lo decía ayer a Bren. Por eso bailo: Estoy parado sobre el marcador y debajo no hay nada más que un gran vacío.

Canto en la oficina mientras discretamente me destornillo de la risa.

Laura no está. Laura se fue…

Supermercados guerreros


Tengo este compañero en la oficina que viene de un pueblito muy muy rural right?
De algún modo u otro, en su plática siempre termina hablando de supermercados y lo que venden ahí.

Sin embargo, lo que siempre siempre me saca de onda y me obliga a hacer acrobacias mentales para no tirarme al piso revolcándome de la risa, es que desde que lo conozco, por algún motivo, le llama WAR MAN al Wal-Mart...

miércoles, enero 24, 2007

York Perry´s Scrapbook XXI


Winter Soup

Robbie Williams siempre se queda con la chica verdad?
Entonces por qué habla como si ella lo hubiera dejado?

Es horrible ir a un lugar hermoso
y creer sin siquiera pensarlo
"A ella le encantaría este sitio".
Liquido, como crema.
Si llegas a este punto necesitas cuidados intensivos.


Esta vida no se trata de lo que queremos,
sino de lo que hacemos.
No volvemos y crecemos.
Niños nuevos, muertes y bodas.
Has caído demasiado lejos
Y te dices a ti mismo:
"Qué haría Charlie Kauffman?"



-yorkperry 23 Ene 07
Oh my darling, oh my darling, oh my darling Clementine...
(In Joel Barish mood)



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Viva la Duff



Creo que a estas alturas todo mundo ya lo sabe, pero por si las dudas lo recupero. Este post se supone que iba a publicarlo hace mucho tiempo, pero se quedó olvidado y arrumbado como borrador. Disculpadme, fue a mediados del año y me cargaba el payaso.


YO QUIERO UNA DUFF!

Desde ahora es posible probar la famosa cerveza que Homero Simpson disfruta en cada capítulo de la serie The Simpsons.

Rodrigo Contreras, un empresario de Guadalajara, Jalisco, registró la marca de cerveza Duff con éxito ya que por suerte, no estaba patentada.

La producción inicial de Duff fue de 200 cajas de 24 botellas cada una las cuales se vendieron inmediatamente.

Las cervezas son identicas a las que aparecen en televisión y de ahi su éxito.

Duff se maquila en la planta de cerveza Minerva, es clara y cuenta con 5 grados de alcohol.

Una idea bastante buena aunque al parecer algunas cerveceras australianas han hecho algo parecido y tuvieron que enfrentar cargos.


Puedes pedir las tuyas aquí!: http://www.cervezaduff.net/

aaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhrrrrrrrrrrrrrrrggggggg

ese jue un grito bloggero

lunes, enero 22, 2007

...y que me unge el chupycuate!

Pues no estoy yo para contarles, pero resulta que estaba en mi día de estiercol en la oficina, donde hoy se les ha antojado cobrarme $6,000 pesos de un equipo que alguno de mis compañeros robó (al parecer me cobran nomás para no tener que hacer todo el papeleo de la investigación y el cobro del seguro), cuando mi gran amigo Dante me comenta que fui elegido por el Chupycuate; lo cierto es que su comentario fue justo antes de que me llegaran con esa jalada del cobro así que no tuve tiempo ni humor de checar de qué se trataba.

Hoy llegando a casa, para librarme un poco de la tensión y no andar mentando más madres de las que ya... se me ocurrió revisar los blogs de los cuates y ya voy descubriendo a que se refería Dante.

Bueno el gentil Chupycuate le entró a un meme curioso y me ha elegido para continuar con la cadena. La cosa es más o menos así: Tienes que tomar el libro más cercano que tengas. Abrirlo en la página 123. Contar las primeras 5 frases y a partir de ahí transcribir las siguientes 3. Citando el autor y el título del libro.

Lo chistoso es que justo aquí sobre la impresora tengo dos libros, uno al lado del otro, ambos a la misma distancia (un estirón de brazos), así que luego de una intensa deliberación (de tres segundos) mejor pongo las frases de los dos:


"Nuestro más justo y cruel castigo por el olvido total, con el que nos hemos alejado de aquellos que ya dejamos de amar, es que entrevemos este mismo olvido como inevitable referido a aquellos que aun amamos".


Rodrigo Fresán - Mantra.



"¡Menuda idiotez! A la mierda. Por lo que yo sé, no pertenecía a nadie entonces ni pertenezco a nadie ahora".


Bob Dylan - Crónicas Vol. 1


Jajajajajaja de hecho creo que si nos alucinamos un poco hasta se relacionan (y pelean) entre si.

Agradezco al Chupycuate su inclusión y nombro a mis 3 elegidos para continuar con la maldición (En verdad, me intriga qué podrán poner!)

Juan: Porque las mesas de ping pong no tienen 123 páginas.
Dante: Porque me imagino que esto lo leerá en la oficina, poniéndolo en jaque.
Bren: ¿Qué lees ahora linda? (imagino en especial un libro).

viernes, enero 19, 2007

DE TOUR - 33 en 3: Algunas curiosidades de Jalisco.

Iniciando el año me dieron la hiper grata sorpresa de que tendría que visitar 33 municipios en tres días. Para entrevistarnos con los nuevos Presidentes Municipales y pedirles que por favor no tiraran a la basura todo el (poco) avance logrado en estos 4 años. Si bien fue harto divertido y extravagante conocer como cada mandatario de cada región corresponde directamente a la cultura de cada lugar, y las rutas eran tan absurdas como que un día teníamos que ir al noreste para al siguiente ir al suroeste y de ahí al norte… Lo mejor de todo fue aquello que aprendí sobre nuestro bello estado.

He aquí algunas cositas.

En la plaza principal de Mexticacán hay, a mucha honra, un magno y hermoso monumento a la paleta… ya que ellos juran y perjuran que ese fueron los inventores de la paleta de hielo!

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En las afueras de Cuautla, por la carretera, hay una estatua a caballo de Ezequiel “El Cheque” Peña. Sí, ese Ezequiel Peña! El cantante de música Ranchera… No era una belleza tallada en bronce, y supe de quién era sólo porque el nombre estaba con letras enormes, pero incluso me dio la impresión de que si le apretabas la manita a El Cheque comenzaría a cantar.


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De hecho la estatua se parece mucho a la foto.


En Cuautla además, no hay jóvenes, sólo niños. Porque TODOS están trabajando en Estados Unidos. Producto de un arreglo con una cadena de restaurantes de allá.

En Autlán crece un tipo raro de fruta a la que llaman Cabeza de Negro (cero connotaciones racistas). En ningún otro lado la he visto, y aunque puede parecer freak a la vista su sabor lo es aun más: Una mezcla exacta entre mango y naranja.


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La Cabeza de Negro

A pesar de estar un poco en medio de la nada. Degollado tiene la distinción de contar con jovencitas excepcionalmente lindas y provenientes de familias de abolengo. A tal grado que en alrededor de la plaza principal ves a chicas de 16 años paseando en Peugeots convertibles del año.

Atotonilco el Alto produce un tequila que se llama “El Quiote” (los albureros locales lo encontrarán harto cómico).

En Guachinango no hay ni siquiera una laguna.

El edificio de la presidencia municipal de Chapala originalmente fue el hotel donde María Felix pasó su primera luna de miel con su primer esposo.


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Que al cabo la primera es la que cuenta no?


En el Arenal se hacen las mejores y más clandestinas fiestas rave y de música trance. Para saber cómo llegar a ellas tienes que ir al tianguis cultural, buscar a (editado) y pedirle una caja de cerillos, en el interior viene el mapa que indica el lugar. La otra alternativa es... (editada)

Ocotlán es un lugar que me dio la impresión de ser bieeeeeeen open mind, en ningún otro sitio he visto que vendan pipas para fumar mota afuera de la iglesia del pueblo.

En Lagos de Moreno venden una cosa llamada “Guacamayas”, que no es más que un bolillo relleno de chicharrón duro, bañado con mucha salsa y limón, un manjar para la ulcera y los dientes.

José Cuervo (La empresa, no el tipo) es dueño de prácticamente la mitad de Tequila (el pueblo no la bebida) y es en serio =-S


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Detrás de esa pared está la mitad de Tequila (y del Tequila).


En Tototlán producen la leche de la marca “Los 19 Hermanos”, y los socios fundadores son justamente… 19 hermanos! (no quiero imaginar cómo dejaron a su pobre madre). La plaza principal está llena de pájaros, tantos que tienes que gritar para poder hablar con otra persona sin que te opaque el ruido de las aves. Te sientes dentro de una película de Hitchcock.


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Yo fui a Tototlan antes de hacer la película...

Ahualulco del Mercado sigue siendo odioso. Pero tiene los mejores mariscos que haya probado en mucho tiempo. Mariscos el Zoki, una palapa al pie de la carretera en las afueras del municipio. Una parada obligada si estás por el rumbo.

“¿Qué hace una chica como tú en un lugar como éste?”

Por Marianne Faithfull. Publicado en Faithfull, an autobiography, de 1994.
(Es largo, pero es una anécdota increible y hermosa).

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En abril de 1965 descubrí que estaba embarazada. Anhelaba terriblemente tener un hijo, así que cuando supe que estaba embarazada de Nicholas, me sentí muy emocionada. Abrigaba la fantástica ilusión de que casarme y tener un hijo me ayudaría a poner los pies en el suelo... Parecía como si las cosas estuvieran girando fuera de control. Tenía la premonición de que quizá ésta fuera la última oportunidad. En el horizonte veía turbulencia, desplazamiento... sólo Dios sabe qué siluetas amenazadoras. Estaba decidida a sentar cabeza en una dichosa y monótona vida casera.

Me juré que iba a ser "buena". Casarme con John, tener a mi hijo, dejar de ir de hombre en hombre. Quería escapar como fuera de esa vida azarosa. Pero poco debieron de importarle al destino mis planes porque, el 26 de abril, el mismo Dios se registró en el Hotel Savoy. Bob Dylan llegó a la ciudad con sus gafas Phil Spector, una aureola de cabellos y una hirviente ironía.

En aquellos momentos, Dylan era la persona más enrollada de la tierra. El espíritu de la época corría por él como la electricidad. Era mi héroe existencial, el larguirucho Rimbaud del rock, y no había nadie en este mundo a quien quisiera conocer tanto como a él. Sencillamente, era una fan; lo adoraba.

Yo sabía que el tributo tradicional que las fans femeninas dejan a los pies de las estrellas del pop es sexo. Me sentía increíblemente ambivalente. Me decía a mí misma que estaba embarazada, gracias a Dios, ya punto de casarme... Por otro lado, John aún estaba en Cambridge y tardaría un tiempo en volver. Y ojos que no ven, corazón que no siente... Así que fui a ver al gitano.

Aún no estoy segura de cómo llegué. ¡Quizá fuerzas desconocidas me llevaran en contra de mi voluntad! En cualquier caso, me vi en el Hotel Savoy con la mirada clavada en la puerta de su habitación. Como en el fundido de una película, un minuto antes estaba paseando por Oxford Street y, al minuto siguiente, estaba llamando a una misteriosa puerta azul, temblando de emoción. Por supuesto, con Dylan siempre acabas arrastrada a su mundo de mensajes en clave. Las puertas dejan de ser puertas; adquieren un significado kafkiano. Hay respuestas al otro lado.

Detrás de la puerta azul, había una habitación llena de jóvenes excéntricos, prostitutas, estrellas del pop, camareros con pajarita, cantantes de folk, escritores mercenarios de Fleet Street, managers, rubias y beatniks. A algunos los conocía, como a Mason Hoffenberg, un amigo de John, y a Bobby Neuwirth, al que vi en un rápido viaje a Nueva York el año anterior. Otros me resultaban familiares del Top of the pops o de las cuevas de folk que yo frecuentaba.

Era una película... con subtítulos. Incluso había un equipo de cine, por el amor de Dios, y lo estaban filmando todo. Unas cuantas cabezas me siguieron con su silenciosa cámara mientras cruzaba la habitación. Vi un rincón y quise esfumarme.

Estábamos sentados en el suelo de la habitación de Bob, todos hablando, bebiendo y tocando la guitarra, mientras Bob hacía como si no pasara nada. Entraba y salía de la habitación, se sentaba a teclear en su máquina de escribir, hablaba por teléfono, incluso respondía a preguntas increíblemente estúpidas, pero sólo si le apetecía prestar atención a algo. De lo contrario, podríamos haber sido invisibles.

Yo estaba maravillada por el simple hecho de estar allí, al lado de todos aquellos engagés y bohemios de élite. Mientras tanto, intentaba coger la onda lo más rápido posible. ¿Y de qué se habla en el sanctasanctórum? ¡Del tiempo! Evidentemente, ésa era la conversación de sobremesa de los dioses.

Venían del norte. "Y la lluvia cayó durante dos días sin cesar." Su manera de decirlo parecía casi bíblica. ¿No me había dicho alguien que la lluvia en las canciones de Dylan significaba la memoria? Dylan era tan críptico que todo parecía tener, por lo menos, doble significado. Cuando pedía algo para remover el café, la gente en seguida se miraba dos veces. ¿Querrá decir una cuchara?

Yo me sentía absolutamente abrumada por ese tipo tan frío atiborrado de Metadrina, y no quería meter la pata. Al fin y al cabo, tenía fama de antipático. Mi garganta estaba seca, la mente agarrotada: ¿y si dijera una estupidez? Las puertas del edén se me cerrarían para siempre. Era incapaz de hablar. Me quedé allí sentada intentando parecer hermosa. En cuanto abriera la boca en aquella atmósfera tan enrarecida, pensarían que era una necia. Todos eran tan enrollados, tan devastadoramente enrollados. (También tan jodidamente colgados.) Cada cinco minutos alguien iba al lavabo y salía "hablando idiomas". Les salían chispas. Estaba aterrorizada.

Sabía muy bien lo que pasaba en aquel lavabo, pero nadie me invitaba. Recuerdo que me juré allí mismo que, contra viento y marea entraría en aquel lavabo. Toda aquella historia de "sólo para chicos" me resultaba muy irritante. Me había pasado la mayor parte de mi vida queriendo ser uno de los chicos (¡y acabé entrando en el club de chicos más exclusivo del mundo!).

La única persona con la que pude entablar una conversación fue Allen Ginsberg. Allen me gustó de inmediato. Allen, Dios le bendiga, no es nada frío; todo lo contrario. Fue un gran alivio estar con él en aquellos días, sobre todo porque no estaba tan colgado. Con Allen podías tener una conversación normal, de esas que se mantienen en el salón de una facultad. Este día en concreto, Allen acababa de llegar de Checoslovaquia, donde, según me dijo, lo habían elegido "Rey de Mayo". Después, como explicándome los Actos de Sucesión desde los Beats a Bob, me dijo:

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“La primera vez que oí a Dylan fue cuando regresé de Asia en el 63; Charlie Clemel, en Bolinas, me puso 'A hard rain's gonna fall': Pero sabré bien mi canción antes de empezar a cantarla / Y me quedaré en el océano para que todas las almas lo vean. Cuando oí estos versos, me eché a llorar y pensé: "Otra generación, ¡qué alivio! Alguien, un alma, ha surgido de América y lleva la antorcha".

"Conocí a Bob en una fiesta en la Librería Eight Street, y me invitó a ir de gira con é1. Al final no fui, pero, oye, si hubiera sabido entonces lo que sé ahora, habría ido como un rayo. Lo más probable es que me hubiese invitado a subir al escenario con é1". Pero en 1965 Bob no compartía el escenario con nadie. Ni siquiera con un bardo beat oficial como Allen Ginsberg, ni, por supuesto, con su antigua amante y principal proselitista, Joan Baez, la Lady Madonna del folk. Parece ser que ella acababa de aparecer en la gira y Bob estaba bastante molesto, sentado al fondo de la habitación poniendo malas caras. Normalmente se mostraba cortés con ella; aunque tampoco es que le hablara mucho.

Pero Joan Baez no cogía el mensaje de que las cosas habían cambiado entre ellos (nada difícil de imaginar, dada la naturaleza del mensajero). Su manzana de la discordia era la negativa de Dylan a que Joan subiera al escenario para cantar con é1. Todo eso le resultaba muy duro. Pero, por más preocupada que estuviera, su aspecto era absolutamente hermoso, con su radiante bronceado y sus penetrantes ojos. Comparada con la pálida tez sepulcral del resto del séquito de Dylan, Baez brillaba de salud.

Cantar era su manera de abordar esa delicada situación. Una especie de lamento fúnebre. De vez en cuando, su alto vibrato le ponía a Dylan los nervios de punta y, entonces, él decía algo sarcástico. Ella insistía en cantar sus agudas versiones trémulas de "Here comes the níght" y "Go now". Dylan gemía mientras ella cantaba. La voz de Baez se había convertido en el estandarte de un tipo de canción folk refinada que a él, en aquellos momentos, le repugnaba. En un momento en que Joan estaba dando una nota muy alta, Dylan levantó una botella y dijo con voz cansina: "¡Rómpela!". Ella se rió.

La vibración principal en la habitación emanaba de Bobby Neuwirth, esa especie de intimidante doppelgänger y soi—disant manager de gira de Dylan. Neuwirth, el supremo cortesano del rollo, me había dado mi primer porro el año anterior en Nueva York. Era afable pero tan terrible o más que Dylan. Dylan tenía fama de echar por tierra a la gente, pero, cuando la gente contaba esas historias, en realidad se referían a Neuwirth. Neuwirth y Dylan hacían tal alucinante pas de deux verbal que la gente solía confundirlos. Pero los comentarios más mordaces y los rapapolvos más contundentes venían de Neuwirth. Y cuando Neuwirth se emborrachaba, podía ser mortal. Yo nunca vi el lado malicioso de Dylan, ni la agudeza letal que a menudo se le ha atribuido. Nunca lo vi como alguien tan graciosamente cruel como me parecía que era John Lennon. Dylan era, sencillamente, el absorto centro mercurial de la tormenta, vulnerable y casi como un niño abandonado.

Aparte de Allen, la otra persona que reconocí procedente del mismo planeta que yo era el director de cine Donn Pennebaker (a quien todos llamaban Penny). Estaba haciendo Don’t look back, el primero de los dos documentales que formarían el testamento fílmico de Dylan y consolidarían "La leyenda según Bob".

La habitación zumbaba y crujía con egos de alto voltaje pinchándose unos a otros en la corte del rey Bob. A excepción de Allen y Penny, nadie se molestaba en hacer presentaciones. Un estado de absoluta frialdad prevalecía. Como la escena en "Ballad of a thin man", yo casi esperaba que alguien me echara un hueso. En un momento dado, Baez, a quien yo adoraba, cogió una guitarra y empezó a cantar "As tears go by". Nunca había sonado mejor, ni siquiera por fulana de tal. Me dejó sin aliento. ¡Tan distinta a mi versión!."As tears go by" convertida en canción folk (sonaba igual que sus discos). Cuando se canta así, cae su significado; en vez de ser un pensamiento subjetivo, las palabras se convierten en hermosos artefactos. Es lo que los intérpretes de folk hacen como norma.

Y mientras Baez cantaba, Penny —para entablar conversación— se giró hacia mí y me dijo con su ingenioso acento del oeste: "Jesús, esa canción me suena de algo". Yo me sentía demasiado intimidada como para soltar la menor ironía, así que dije: "¡Oh!, en realidad es una canción que grabé yo". A lo que Penny replicó: "Dios mío, no me había dado cuenta". Entonces alguien dijo: "Claro, tú eres Marianne Faithfull", y yo dije: "¿Lo soy?", y todos se echaron a reír. Creo que fue casi la única cosa divertida que dije en las dos semanas que pasé en el Savoy. Quizá fuera lo único que dije.

Lo más notable de Dylan era su discurso. Fragmentos de un torrente de conciencia mental que uno completaba (o no) como podía. Era la anfetamina. Para mí, era algo absolutamente nuevo. La gente que yo conocía en Londres fumaba hachís y tendía a ensimismarse. Te sentabas en sus habitaciones georgianas de techo alto durante horas en absoluto silencio, a excepción del tocadiscos cual Dios ausente que girara y girara con un mensaje gnómico. Dylan era siempre un oficial sagrado en esas soporíficas sesiones. ¿Qué se podía decir después de escuchar "Visions of Johanna" o "Ballad of a thin man"? Pero aquí la habitación estaba llena de fantásticas imágenes chocando unas con otras. Lo absurdo y lo cómico se balanceaban en el filo de lo genuinamente enigmático y profundo, y todo confluía en una gran broma cósmica.

Lo que la gente veía tan abrasivo en Dylan era su elíptica manera de abordar las cosas. Era un tío absolutamente resbaladizo, y no soportaba fácilmente a los idiotas. Su irritabilidad surgía (sobre todo) con la prensa. Un maestro de la antientrevista, todo Dylan se erizaba ante las preguntas directas. La afectación era sólo su manera de no ponerse grosero. Cuando le preguntaban si se consideraba un poeta, decía:

"Aún no he podido decidir si quiero ser un pagano o un músico. Primero soy uno y, entonces, zas, quiero ser el otro. Eso me vuelve loco".

Día tras día, mientras estuve allí, Dylan iba continuamente a su máquina de escribir y la aporreaba. Durante un tiempo, tuvo uno de esos rollos de papel higiénico inglés ceroso. Tenía el ancho perfecto para las letras de las canciones, decía. Evidentemente, había también algo de hommage a Kerouac. Bob se encorvaba sobre la gran Remington negra, un cigarrillo colgándole a un lado de la boca, la viva imagen del febril genio artístico in fraganti. A mitad de una conversación, salía disparado y escribía una canción, un poema, un nuevo capítulo de su libro, una obra de teatro en un acto. Era maravilloso contemplarle. ¿Cómo lo hace? Juiciosamente, utilizaba esa práctica para pasmo del gallinero al que concedía breves audiencias. ¡El joven Mozart escribiendo de un tirón una sonata ante tus propios ojos! También lo hacía para desconectar. La máquina de seducción y desconexión.

Durante días me dijeron que Bob "estaba trabajando en algo". Yo pregunté en qué (se suponía que tenía que preguntado).


"¡Es un poema épico! Sobre ti."Vaya, qué bien, pensé, ¡él también se ha colgado! Pero nunca se sabe con Bob; lleva su corazón demasiado a flor de piel. Nunca hubo nadie tan seductor como Dylan.

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En cuestión de días, había sido ascendida a futura consorte mayor, y parece ser que no tenía rivales. Yo era la elegida, la virgen del sacrificio. La futura esposa de Dylan, Sara Lowndes, estaba por Europa (de cualquier manera, a mí me daba la impresión de que Sara era para Dylan "una chica que conozco de por ahí"). Otra de esas mujeres que seguían a Dylan a todas partes; mujeres cuyas almas (imaginaba yo) habían sido vaciadas hasta la última gota al romper el tabú y copular con el dios, y que ahora estaban condenadas a vagar en procesión fantasmagórica por vestíbulos de hoteles caros: Joan Baez, Suze Rotollo, zombies del Bob místico. Imaginando a esa pobre chica, Sara Lowndes (tal y como la esbozaba el cachondo de Bob), sólo veía a una graduada desaliñada que había escrito un monográfico sobre "The masters of war", lo había conocido en una cueva folk, se había ido a la cama con él y, en consecuencia, ahora era una especie de Adele H. del folk rock, tan terriblemente dañada que sus padres estaban considerando seriamente su ingreso en Payne Whitney.

Por fin una noche, cuando la escena empezó a despoblarse a primeras horas de la madrugada, me encontré a solas con Él, algo que había intentado evitar, sobre todo porque pensaba que no sería capaz de controlar la situación. Dylan se sentó en un cómodo sillón y me miró fijamente tanto rato que creí que iba a fundirme y a evaporarme en el aire cargado de la habitación.

"¿Te gustaría oír mi nuevo disco?", me preguntó. Bringing it all back home. Yo ya lo conocía, claro; lo había comprado durante una gira. Estaba en una extraña ciudad, Scarborough o Blackpool, uno de esos deprimentes lugares de la costa inglesa. Tenía un pequeño tocadiscos en mi habitación del hotel, y la primera canción que puse fue "The gates of eden". Mi guitarrista, Jon Mark, y yo poníamos el disco cada noche después del concierto como una especie de ceremonia. Era uno de mis montajes psíquicos. Lo ponía compulsivamente y reflexionaba. Tenía el presentimiento de que tarde o temprano iba a conocer a Dylan. ¿Acaso no lo tenemos todos? Me enseñó la portada —una fotografía donde él está con Sally Grossman (la esposa de Albert Grossman, su manager)—. Los dos están apoltronados en el salón de Albert, rodeados de montones de revistas y discos colocados con fines simbólicos. "Tienes un aspecto muy sofisticado, Bob", le dije. Pareció gustarle, y fue a poner el disco. Todas esas increíbles canciones en un pequeño gramófono. Después de cada canción, Dylan me preguntaba con su gangueo urbano de los Apalaches:

—¿Entiendes lo que pretendía? ¿Sabes de qué va?

Yo estaba bastante nerviosa. El repetía algunos versos, recalcando determinadas palabras, subrayándolas. ¡Como si eso transmitiera su significado! No sé si era consciente de lo que hacía. Repetía un verso, apoyándose con fuerza en una de las palabras.

Me di cuenta de que así era como cantaba en sus conciertos. Quizá por eso diera lecturas tan obstinadas de sus propias canciones. ¡Quería que la gente las oyera otra vez! De vez en cuando decía algo como respondiendo a una pregunta. Decía: "Sólo son fotos del interior de tu cerebro". O: "Cuando encuentras el tono, hay más dimensiones, como en el cubismo". Las explicaciones eran por lo menos tan enigmáticas como las canciones. Pero yo no estaba allí únicamente como una exegeta. Sabía que había algo más aparte de estar sentada a los pies del maestro, absorbiendo los arcanos de Bob.

Yo adoraba a Dylan como un príncipe de poetas, esperaba que fuera agradable conmigo y le molara (la única palabra posible aquel año), y eso era lo que —milagrosamente— parecía estar ocurriendo. Estaba en el cielo. O lo habría estado si no hubiera sido por todo aquel otro rollo que revoloteaba.

Hasta que cayó sobre mí como un león sobre el rebaño, yo sólo pensaba: "Estoy en el santuario. ¡Una audiencia privada con su Alteza Enrollada! ¡Bob Dylan explicándome sus canciones!". Pero sabía que aquello tenía un precio. Por más oblicua que fuera toda aquella labia impulsada por la Metadrina, ligar era, supongo, lo que se hacía.

Antes de conocerlo, no estaba muy segura de que pudiera encontrarlo atractivo, pero en persona era devastador. Pelo proto-punk, cuero negro Y ¡su habla! No conocía a nadie en Londres así. Todo el mundo fumaba demasiado hachís. Todo ese cascabeleo cerebral era mucho más sexual de lo que me imaginaba, así pues, no es que no me pareciera atractivo: lo encontraba increíblemente atractivo. Siempre me había encantado su energía rizada y tiesa. Su sastrería impecable y abigarrada, las botas españolas, la cofia de Rimbaud, las gafas de drogata. Adoraba todo eso. Lo encontraba tan... amenazante.

Tenía el terrible miedo de que Dylan me viera como la remilgada e ingenua chica de colegio de monjas con fina careta de sofisticación que en realidad yo era. Alguien como Gene Pitney era una proposición mucho más fácil, por lo básica que era. Un hombre que quiere enrollarse. ¡Eso podía hacerla! Pero, alguien tan impresionante como Dylan era espantoso. Como si un dios hubiese bajado del Olimpo y me tentara. Supongo que eso es lo que debió de sentir Leda.

El lado sexual de la vida, sobre todo en presencia del Shekinah, nunca me ha resultado fácil. Es mi ansiedad primitiva. Sentirme tan colmada por alguien y perder mi identidad. Ese horrible horror al sexo + genio + fama + rollo formando un ritual acumulativo. Sentía pánico de evaporarme si todo eso concurría. Estaba colgada entre la feliz adoración y la miserable cobardía. Generalmente, me lanzaba a la miserable cobardía con las dos manos.

Y de pronto, Dylan estaba frustrado, lo habían rechazado. ¿Cómo has podido engañarme así ¿Yo? ¿Engañar? Si ni siquiera sabía qué diablos estaba pasando, ¡ni mucho menos engañar a nadie! Explícitamente, ni siquiera lo había rechazado (eso lo sabía). Pero era como si hubiese transgredido los límites de la hospitalidad del gran hombre. Una divinidad del pop se había ofrecido y yo la había esquivado.

Me quedé allí petrificada mientras él echaba pestes.

—¿Cómo puedes hacerme esto?

—No te estoy haciendo nada, Bob —con mi chaqueta de cuero y mi pelo rubio nunca tendría que haber dicho la verdad: "Estoy embarazada y voy a casarme la próxima semana". Eso ya fue el colmo.

De pronto, Dylan se había convertido en Rumpelstiltskin. Se fue a su máquina de escribir, cogió un fajo de papeles y empezó a romperlos en pedazos más y más pequeños, tras lo cual los dejó caer en la papelera.

—¿Estás satisfecha? —preguntó. Estaba presenciando la rabieta de un genio.

Entonces estalló en furia. Yo estaba clavada a mi silla. Al cabo de un instante, volvió con rabia renovada y me echó.

—¡Fuera!

—¿Perdón?

—Esto es una habitación privada. ¡Desaparece! ¡Ya!

Lo más triste era que ya nunca podría leer ese poema. Quizá haya roto las páginas, razoné, pero ¿ha roto los pensamientos? ¿Acaso esos pensamientos no podrían acabar en canciones?

Pero claro, suyo es el clásico y pícaro cebo del poeta con las chicas. Mick siempre andaba diciendo: "¡Oh, sí! Aquélla era sobre ti, cariño. Es tu canción, nena". ¿Qué puede ser más adulador?

Una de las cosas más curiosas cuando hablas con Allen Ginsberg —y una provechosa lección para todos— es que Allen piensa que casi todas las canciones de Dylan tratan sobre él. Bueno, yo nunca digo nada. Guardo silencio. "Sí, estoy segura de que ésa sí, Allen." Es muy dulce, ¿no? Y hay una que realmente trata sobre Allen: "Just like a woman".

Una semana después de que dejara la habitación del hotel en lágrimas, la no tan fantasmagórica Sara Lowndes, la futura señora Dylan, llegó. El parecía muy satisfecho. ¿Se prometen los poetas simbolistas? Cuando Sara llegó de París, recuerdo que pensé: "Oh, podría haber sido todo muy distinto". Pero su presencia no iba a disuadirme, así que volví a aparecer por el Savoy. No estaba dispuesta a desaparecer de la faz de la tierra, ¡sobre todo si me lo pedían! De cualquier manera, quería ver cómo era Sara. Se comportaba como una esposa, y Dylan, como "la víctima de su pasión". Lejos de ser la encaprichada aparición prerrafaelista, Sara era tan sólida como el mármol. Sara no hablaba mucho; no le hacía falta.

Cuando Sara llegó, la escena de excéntricos jóvenes drogatas se enfrió un poco, pero no demasiado. Dylan se movía básicamente igual con Sara o sin ella.

A Dylan le intrigaba Donovan. En ciertas ocasiones, cuando creía que nadie le miraba, ponía el "To catch the wind" de Donovan. Creo que a Dylan le gustaba la letra, y aunque todos decían que la melodía era un plagio de "Chimes of freedom", de Dylan, a Bob no le importaba. Una tarde decidió hablar sobre Donovan.

—Hay un cantante de folk poeta —le dijo a Ginsberg—. Tienes que oírlo, tío: Donovan.

—¿De verdad crees que se entera? —era la manera de hablar de Allen, expresiones un poco pasadas de moda del mundo universitario.


—Tío, tiene Genio Poético —con mayúsculas—. Quiero que lo conozcas y me digas si es un poeta o Charlie Chaplin —Allen iba a ser la prueba del tornasol.


Durante días tuvo lugar todo aquel machaque de la prensa: "¿Es Donovan el Dylan inglés?". Se lo debieron de pasar en grande. Así que la noche en que Donovan iba a aparecer, Dylan decidió gastarle una broma.

Todos habían ido a un montaje promocional y se habían puesto unos antifaces. Y Dylan dijo: "Vamos a ponérnoslos cuando llegue. Tío, vamos a despistarle". Así que todos nos pusimos los antifaces.

Neuwirth abre la puerta, y entonces aquella cabecita rizada se asoma y, después, tres o cuatro más, con barbas, pelo largo y zamarras; el séquito de Donovan. Una pandilla muy seria. Donovan entró reluciente. Era muy dulce, una especie de duendecillo alegre. Nada que ver con Bob. Donovan trató de ignorar los antifaces, hizo como si no los viera. Debió de pensar que todo aquello era un poco raro, pero, evidentemente, no podía dar muestras de asombro. Estaba en la corte del rey y él no iba a estropearlo. Quizá pensara que era una de las excentricidades de Dylan. Quizá Dylan y su gente fueran así. Después de cenar se ponían antifaces. ¡Claro! Era perfectamente creíble. En aquellos días se podía esperar todo de Dylan.

Donovan se sentó en el suelo como todos los demás. Penny estaba impaciente por filmar aquello y cogió su cámara. Pero Dylan le hizo una señal: "No, no, no, ahora no, tío", y entonces Bob dijo: "Bueno, Donovan, ¿no vas a cantamos algo?".

Donovan desenfundó su guitarra y empezó a tocar. Nunca lo olvidaré. Oh, Dios, fue una de las escenas más embarazosamente cómicas que he presenciado en mi vida, porque lo que Donovan tocaba era "Tambourine man". Era exactamente la melodía de "Tambourine man", ¡pero Donovan le había puesto otra letra! Era: Oh, mi querida de ojos de mandarina... Poco más recuerdo. Una canción que, estoy convencida, nunca ha vuelto a cantar. Hacia la mitad de la canción, una sonrisa torcida apareció en el rostro de Bob. Neuwirth, en el rincón, estaba partiéndose de risa. Casi todos en la habitación intentábamos mantenemos impávidos, pues, aparte de Donovan y Gypsy Dave, conocíamos muy bien la canción. "Tambourine man" estaba en Bringing it all back home.

Donovan siguió cantando: Mi querida chica de ojos de mandarina, ¿querrás pasear conmigo por mi carretera de arco iris. . .? Era tan evidente lo que estaba ocurriendo que, por un momento, uno podía pensar que Donovan nos estaba tomando el pelo. Pero esa posibilidad se desvaneció rápidamente. Donovan era incapaz de tomarle el pelo a nadie.

El suspense era una tortura para los nervios y, al final, Dylan le puso fin.

—No tienes que cantar más —dijo.

Un poco desconcertado, Donovan dejó de tocar.

—¿Sabes? —dijo Dylan con una perfecta pausa aforística—, no siempre me han acusado de escribir mis propias canciones. Pero ésta sí que la escribí yo.

Donovan se quedó de piedra, mudo. Oh, Dios mío, qué horror. El pobre tío casi se muere. Unos años después, Penny dijo a propósito del incidente: "Hay una canción que el pobre tío tuvo que tachar de su cancionero. ¡No volverá a cantarla en su vida! Aunque era una canción muy bonita".

A modo de explicación, Donovan dijo: "Bueno, no lo sabía, tío.

La oí... oye, en alguna parte, creo que fue en un festival. Y pensé que era una vieja canción folk".

Y Dylan dijo: "No, no es una vieja canción folk, todavía".

Entonces, uno de los gnomos que había venido con Donovan debió de oír la frase vieja canción folk y, como complaciendo la petición, cogió la guitarra. Era un cantante de folk irlandés de un estilo muy concreto. Cantaba canciones sobre noches en los trigales, las salmueras, la poesía de la turba y cosas de ésas. Canciones tradicionales que a mí me encantaban, pero para eso estaban los festivales de folk.

Supongo que debía de creer que Dylan era un cantante de folk, o que todavía era un cantante de folk. No se había enterado de que había un nuevo Bob. Aparte de Joan Baez, allí nadie cantaba canciones de folk. Era algo pasado. La música country era lo último que podía apasionar a Dylan o a Neuwirth. Como soltó Neuwirth tan encantadoramente: "La música country es la última mierda jodida que nos han dejado para quitar".

El cantante de folk zumbó y zumbó y Dylan estaba muy aburrido. Siempre podía calibrarse el grado de aburrimiento de Dylan. Tenía que ver con lo rápido que movía su pie izquierdo. Cuando se movía muy rápido, sabías que estaba interesado, cuando el ritmo disminuía, sabías que lo estabas perdiendo, pero cuando se quedaba colgando, significaba que su cerebro se estaba durmiendo. Nunca dormía públicamente. Desconectaba y se iba a otra parte.

Por muy enrollado que pareciera, Dylan era joven y todavía muy ingenuo en muchos sentidos. Había leído mucho, pero era selectivo. Estaba obsesionado con algunos poetas. Rimbaud, Villon.

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Oscuros escritores como Lautréamont le fascinaban. Pero también había otros, como por ejemplo Wallace Stevens, o Víctor Hugo, de los que nunca había oído hablar. Para Bob, la historia era una serie de rayos de luz cegadores. El pasado era un bloque condensado, las capas estrechamente comprimidas en lo alto, de modo que gente tan distinta como Shakespeare o Thomas Hardy parecían contemporáneos.

Sus declaraciones tenían una extraña lógica espiral. Cuanto más pensaba en alguno de sus comentarios, por ejemplo: "Si las palabras riman, significan lo mismo", más sentido tenían de una manera arcaica, pre-letrada. Era su razonamiento poético sobre la etimología de las palabras. Muchas de las cosas que decía eran absolutamente espontáneas. Por lo general daba bastante en el blanco, pero a veces se cogía a sí mismo en falta. Una tarde estaba intentando explicar su novela —la hasta hoy inédita Tarántula—, a una periodista diciéndole que la había escrito utilizando la técnica del tijeretazo de William Burroughs y Brion Gysin. Al principio la mujer se sintió intrigada.

—Oh, ¿cómo es eso? —le preguntó— ¿Es una teoría literaria? Evidentemente nunca había oído hablar de ello, así que Dylan empezó a explicárselo utilizando una copia del Daily Telegraph y unas tijeras. Pero en cuanto empezó a juntar los recortes del periódico, estaba claro que era la primera vez que lo hacía. Intentaba imaginar cómo se hacía, sobre la marcha.

Para cambiar de tema, Dylan se giró hacia mí y me preguntó: "Así pues, ¿quién es ese tío con el que vas a casarte? ¿Qué hace?" y yo dije: "Es un poeta".

—¡Es un poeta! ¿Tiene licencia? ¿Qué clase de poesilla escribe? ¿Es un poeta como Smokey Robinson, o como Jeremías, o Cassius Clay? ¿Sabe escribir poemas sobre llaves inglesas, despertadores atómicos y tías negras gordas?

—No, no exactamente, es más...

—Ya, no es un poeta, no puede serio si no escribe sobre cosas de ésas, porque...

Empezó un discurso rimbombante sobre el pobre John. Mientras tanto, John estaba esperándome en la puerta del Savoy, bajo la lluvia.

Así que dije: "¿Por qué no se lo preguntas a él, está ahí abajo".

Todo el mundo se fue a la ventana para ver quién era la razón de mis calabazas a Bob Dylan. Hicieron un montón de comentarios. Riendo y discutiendo sobre lo que podían hacer con mi John: "Bueno, ¿por qué no le tiramos una botella a la cabeza?" y tonterías de ésas.

Finalmente, Dylan conoció a John. Rory McEwan daba una fiesta en honor a Dylan. McEwan era un cantante de folk y amigo de John. Tenía una hermosa casa y fue una fiesta maravillosa. John bajó de Cambridge con sus gafas de concha, su chaqueta de tweed y un ejemplar del Guardian en el bolsillo. Era el momento que Dylan había estado esperando, así que dijo: "Diablos, no es más que un maldito estudiante. ¿Para qué vas a casarte con un estudiante? Conozco a los de su clase, va a ser el eterno estudiante". Se suponía que era un comentario altruista por su parte.

"Pero, Bob, es que quiero casarme con un estudiante. Le amo".

Empezó otra táctica. "¿Cómo puedes tomarte en serio a un tío que lleva gafas? Sólo los empresarios de pompas fúnebres, los profesores universitarios, las abuelas y la gente que no puede ver lo que tiene delante de las narices lleva gafas. Es un pelma intelectual, es la peor clase de pelma que existe." Con la solemnidad de un tío carnal, Dylan me dijo que iba a cometer un grave error casándome con John. Quizá fuera sincero, pero yo pensaba que sólo quería acostarse conmigo.

Por fin llegó la noche del concierto en el Albert Hall. Yo tenía que llevar un acompañante, ya que Sara había llegado, y Dylan me asignó a Allen Ginsberg. Allen estaba encantado con todo el evento, pensando en voz alta hasta qué punto se merecía su buena suerte: "Oh, Dios, esto sí que es buena vida. Una rubia preciosa como pareja, una entrada gratis para el concierto en el feliz Londres y una limusina esperándonos".

Flash de la llegada a la entrada posterior del Albert Hall. Entramos y nos separamos. Así es como lo recuerdo. Nos sentamos en el anfiteatro, piso principal. Creo que fue la primera vez que vi a Anita Pallenberg y a Brian Jones juntos. Daban vueltas por el Albert Hall, en ácido, y con sus fajines, sus sedas y sus plumas, parecían almas transformadas en simulados personajes humanos que hubieran salido de un cuento de Charles Perrault.

A Dylan siempre lo había visto muy tenso, pero aquella noche estaba al límite. Tenía los nervios casi a flor de piel. Cuando volvió al año siguiente con The Band, era una persona completamente distinta.

Estaba muy contento, dando saltos de alegría. Tuvo que ser una lata, estar allí solo con su guitarra acústica, gimiendo las canciones. Sobre todo en Inglaterra, donde todos los músicos que conocía estaban en grupos. Era su fascinación por la escena rock británica lo que le había traído a Inglaterra. Los Animals, Manfred Mann, los Bluesbreakers, los Pretty Things, los Beatles, los Stones. Todo ese montaje de "club de chicos" que hace la vida divertida.

Después del concierto, volvimos al hotel. Estábamos apiñados en la suite de Albert Grossman, con toda su corte. Ya no había la menor duda de quién era el príncipe coronado del rock; era Bob. Los Animals y los Stones fueron a verle, serios chicos malos que querían presentar sus respetos y se sentaron dócilmente en el sofá mientras el loco delfín entraba y salía hablando del Apocalipsis y Pensacola. Y ahora, para dar el toque de confirmación, los Beatles llegaban para rendirle homenaje.

Aunque yo ya conocía a John y a Paul bastante bien, ver a "los Beatles" en grupo siempre había resultado bastante difícil. Además de su fama olímpica, estaba su chinchante jerga de Liverpool. Siempre se metían con alguien. También entre ellos, pero sobre todo con la gente. Cualquier nuevo personaje que entrara en el círculo tenía que estar preparado para soportar un terrible acoso de abuso verbal y ondas vudú. Nunca podías saber si estaban poniéndote a prueba, dejándote en ridículo o simplemente ignorándote.

Dylan fue a la habitación donde los Beatles estaban triturados en un sofá, fantásticamente nerviosos (por una vez). Lennon, Ringo, George, Paul y uno o dos roadies. Nadie decía nada. Esperaban que hablara el oráculo. Pero Dylan se sentó y los miró como si fueran completos desconocidos en una estación de tren. Y no es que aquello fuera precisamente un duelo de frialdad; todos eran demasiado jóvenes para ser auténticamente fríos. Como adolescentes, tenían miedo de lo que los otros pudieran pensar, y se limitaron a quedarse como estatuas en mutua compañía.

Neuwirth cruzó la habitación haciendo equilibrios con un globo en su dedo meñique. Todas las cabezas se giraron mientras pasaba, como si fuera Wimbledon. Era una imagen muy divertida, todos aquellos millonarios sentados en círculo viendo a Neuwirth hacer aquella tontería con un globo. Mirando cualquier cosa como niños en un circo. Pensé: "Dios, ¿cómo he podido pensar que estos chiquillos asustados fueran dioses?".

Entonces entró Allen Ginsberg. El silencio se hizo más profundo. Por el simple hecho de entrar en la habitación, Allen se estaba exponiendo abiertamente al ridículo, pero a él le daba igual. En vez de tratar de proteger su dignidad, deliberadamente se hizo a sí mismo el blanco de las miradas. Fue hacia donde Dylan estaba sentado y pesadamente se dejó caer en el brazo del sillón. Al principio nadie reaccionó, pero súbitamente la habitación se erizó de hostilidad contra Allen. La tensión subió y subió, y entonces John Lennon rompió el silencio gruñendo:

—¿Por qué no te sientas un poco más cerca, cariño?

Evidentemente, la insinuación de que estuviera aplastando a Dylan pretendía cargarse a Allen, pero, puesto que estaba muy lejos de la verdad, Allen se lo tomó muy a la ligera. En realidad, eran ellos las víctimas de la broma. Se echó a reír, se cayó del brazo del sillón y fue a parar sobre las rodillas de Lennon, que estaba en el sofá con su esposa, Cynthia. Allen le miró y dijo: "Joven, ¿has leído a William Blake?". Y Lennon, con su inexpresivo acento de Liverpool, dijo: "Nunca he oído hablar de ese tío".

Cynthia, que no estaba dispuesta a que Allen se saliera con la suya, aunque aquello fuese una broma, le reprendió: "Oh, John, no digas mentiras".

Eso rompió el hielo.

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"Un concierto maravilloso, tío", dijo Lennon como de pasada.

Entonces Dylan, que se balanceaba hipnóticamente hacia adelante y atrás en su sillón, dijo: "No les ha molado “It's all right, Ma”.

"Quizá no la captaron", dijo John. "Oye, es el precio de ir por delante de tu tiempo.

A lo que Dylan repuso: "Bien, pero sólo llevo veinte minutos de ventaja, así que no llegaré lejos".

En realidad, Dylan no prestaba mucha atención a los Beatles, a excepción de Lennon. A John lo adoraba, así que enrollarse con John siempre estaba bien. Pero Paul tuvo un recibimiento muy frío. Vi entrar a Paul con el vinilo de una canción que había compuesto. Era algo bastante adelantado a su tiempo, con rollos electrónicos y cosas distorsionadas, de modo que Paul estaba muy orgulloso. Ansioso, lo puso en el tocadiscos, dio un paso atrás expectante, pero, entonces, Dylan se levantó y salió de la habitación. Fue increíble. La expresión del rostro de Paul no tenía precio. Y fue igual con los Stones. Se sentaron en el sofá con su pelo revuelto, como pequeños osos de peluche devorando la habitación, y él apenas los miró. Dylan fue muy raro con ellos. Sencillamente, hizo como si no estuvieran.



Me casé con John Dunbar en mayo de 1965 en Cambridge. Yo tenía 18 años y él 22. Paseamos por los campos de Cambridge cogiendo flores. Me había echado a llorar porque había olvidado el ramo y John salió a coger un gran ramillete de luminosas flores de espino y me lo dio. Tenían grandes y largas espinas negras. Fue todo maravilloso y encantador. Pero, como demostraría el tiempo, fue una magia equivocada. Muy mala suerte, ¿sabes? Las flores de espino son de Pan y están embrujadas. Serían las flores adecuadas para adornar a mi madre en su ataúd, pero no eran las adecuadas para casarme. De cualquier modo, las flores eran preciosas (aunque no propicias) y fue un día glorioso. John estaba maravilloso, a pesar de lo que Bob Dylan dijera de él. Punto.

El Cambridge Evening News publicó una pequeña nota sobre nosotros. La recuerdo porque era muy tonta: "Marianne seguirá cantando, dice John". Todo suena tan ridículo en los periódicos, pero estoy segura de que John lo dijo. Tenía la gallina de los huevos de oro, y lo sabía. No tendría que trabajar. Bueno, es la ambición de cualquier bohemio que se precie, ¿no?

Y después, el l0 de noviembre de 1965, nació la luz de mi vida. Miré a Nicholas y decidí que quizá sí que hubiera un Dios. Me preguntaba cómo algo tan puro podía venir a un mundo tan cruel e imperfecto. Nicholas me miró con los ojos de un alma muy vieja. El tenía la respuesta, pero no la decía.




(...)




Dylan volvió a entrar en mi vida en el verano de 1979, poco después de que saliera Broken English. El álbum parecía haber despertado su interés, y Dylan había empezado a preguntar por mí. Lástima, porque acababa de casarme otra vez —ahora con Ben Brierly (con quien había adquirido uno de aquellos absurdos compromisos)—. Me caso cuando no sé qué hacer. Son cosas de mi pánico. Todo vuela sin control y entonces: "¡Aaaaghhh!". Dylan también tenía problemas. Estaba el divorcio con Sara, la mala prensa de su película Renaldo & Clara, y lo habían echado de su casa de Malibú. Estaba fastidiado y deprimido. En momentos así, los breves períodos de gloria en la vida de uno siempre parecen muy seductores.

(...)

Dylan siempre guardó una foto mía en la que tenía unos diecisiete años, y me la enseñó. Era una foto, totalmente doblada y manoseada, donde estaba frente a un autobús, probablemente de alguna gira.

Nos sentamos en el suelo frente al fuego, cogió mis manos y me dijo:

"Creía que no volvería a verte nunca más".

(...)

Dylan quería saber cómo había conseguido salir de mi muro para volver a hacer discos. Incluso para Dylan, eso no es tan simple: uno no entra en un estudio de grabación, después de haber vivido en unas ruinas, y empieza a preparar un disco.

Así que empecé a contarle mi historia:

—Conocí a un tío y me fui a la India, viví en el sótano de Madame Curie durante un tiempo, y entonces tuve un hit en Irlanda, formé una banda y un día recibí un poema por correo y al leerlo supe que era una canción que tenía que cantar.

Aquello empezaba a sonar como una de las serpentinas narraciones de Dylan: "Fui a Italia, heredé un millón de dólares...".

Al final de aquella noche sumamente encantadora, Dylan me dijo:

"Si alguna vez me necesitas, o si alguna vez, si yo pudiera escribirte esa carta otra vez...".

Lo dijo como si fuera un verso de sus canciones...

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York Quickie: Carteles

ESCENARIO: La Oficina de York. Él y su amigo Mente se preparan para salir a recorrer 33 municipios en 3 días. Nomás porque al jefe se le hinchó. Entre la histeria de la improvisación y la buena nueva nuestros héroes intentan recolectar los jodidos carteles de Canto 2007.

MENTE:
Nos ordenaron que entregaramos 330 carteles pero sólo hay 28!
YORK:
Sí... los contaste bien.
MENTE:
Pero no entiendo. Por qué nos ordenan entregar 330 si sólo hay 28? No tiene sentido.
YORK:
En dónde crees que trabajas?
MENTE:
Cierto...

Salario

Mi constancia anual de sueldo dice que en el 2006 gané más de $100,000 pesos. Nice. Ahora bien. Mi pregunta es:


Dónde demonios está todo ese dinero?

lunes, enero 15, 2007

El Agua del Diablo... (La Resurrección de Queen Jane)


You sit there in your heartache,
waitin' on some beautiful boy to...
to save you from your old ways.

You play forgiveness,
watch it, now here he comes.
He doesn't look a thing like Jesus
but he talks like a gentleman
like you imagined
when you were young

Can we climb this mountain?
I don't know...
Higher now than ever before
I know we can make it if we take it slow,
that's takin' easy
easy now, watch it go...


(Desde nuestros antepasados vivimos totalmente demarcados por zanjas perfectamente redondas. La música pop siempre ha estado ahí, como las dudas, como este tema, como el terror a enfrentarse a si mismo... y la búsqueda idiota de tablas de salvación. ¿Por qué buscar en alguien más lo que enterramos nosotros mismos?)

domingo, enero 14, 2007

Querido Tio York: Pestañas

Querido Tio York:
¿Por qué las mujeres no pueden pintarse las pestañas con la boca cerrada?

-Dantte, Presidente oficial del club no oficial de groupies de Sandman.


Querido Dante:

Las mujeres son el más grande misterio de la creación. Pero el tio York sospecha sin lugar a dudas que este fenómeno de ellas es el culpable de la desintegración de la venerada banda de rock Molotov.
De modo que para comprobarlo el buen tio decidió pintarse las uñas y hablar al mismo tiempo.
No hizo falta darse cuenta que la pregunta original era sobre las pestañas y no las uñas para aumentar el enfasis de mi primera frase en el parloteo: "Me siento estúpido".

Así que puedo decirte sobrino, sin temor a equivocarme, que las mujeres no pueden pintarse las pestañas con la boca cerrada porque quien se lo cuestiona siempre, invariablemente, es un hombre.


Sigan mandado sus preguntas amiguitos!

miércoles, enero 10, 2007

Una de esas mañanas...


Vino tinto y pastillas para dormir,
me ayudan a volver a tus brazos.
Sexo barato y películas tristes,
me ayudan a ir donde pertenezco.

Creo que enloqueciste, tal vez.
Creo que enloqueciste, tal vez.

Deja de mandar cartas,
cartas que siempre son incendiadas.
No es como en el cine,
que nos alimenta con mentiras piadosas.

Creo que enloqueciste, tal vez.
Creo que enloqueciste, tal vez.

Te veré en la próxima vida.

Hermoso ángel
separado al nacer,
desmembrado y desamparado.
Ni siquiera puedo reconocerte.

Creo que enloqueciste, tal vez.
Creo que enloqueciste, tal vez.
Creo que enloqueciste, tal vez.
Creo que enloqueciste, tal vez.

Te veré en mi próxima vida
...


Motion Picture Soundtrack (Earlier Unplugged Version) - Radiohead

La belleza de esta letra reside en que puede interpretarse de dos formas:
Como si el tipo estuviera hablando con la otra persona
o como si estuviera hablando consigo mismo
en medio de la absoluta esquizofrenia


Click en play para escuchar

martes, enero 09, 2007

Querido Tío York: El Kwan

Querido Tio york:

Que es el kwan?

-
Chuppycuate, capitán de los mares chilangos (de alcohoooool).

Querido Chuppycuate:

El Kwan no es otra cosa que el Kwan.
Y si no sabes qué es el Kwan lo más probable es que tú lo tengas. Así es amiguito, ya que da la terca casualidad que los bendecidos por ese raro don, son algo despistados pero no quitan el dedo del renglón, como nuestro actual y honorable Embajador del Kwan.

Deja que el buen tío York te cuente la leyenda del origen del Kwan:
Hace mucho tiempo en una película no muy muy lejana… dirigida por el supremo Cameron Crowe, quien tuvo a bien de titularla Jerry Maguire… se le ocurrió este dialogo entre el archifamoso Tom Cruise y el legendario Cuba Gooding Jr. (Legendario porque nadie recuerda con certeza que algún tiempo fue famoso y hasta respetado):

JERRY (Tom Cruise)
Entiendo tu ansiedad.

TIDWELL (Cuba Gooding Jr.)
Tal vez no... Porque no es sólo dinero lo que quiero... No sólo “monedas”… yo… yo merezco el… El KWAN!

JERRY
Esa es tu palabra?

TIDWELL
Sí cuate! Significa amor, respeto, unión... y los billetes también! El paquete completo. El Kwan!


Al ver la película completa es posible comprender en su totalidad el significado absoluto y poético del kwan. Bajo la figura de Jerry, un hombre fiel a si mismo pese a toda la porquería que le arrojan a la cara.

Pero no, el tio York no arruinará la belleza de este filme, no profundizará más sobre el kwan y dejará tu pregunta contestada a medias, porque simplemente no puedes perderte esta cinta.


Recuerden seguir mandando sus preguntas pequeñines!


lunes, enero 08, 2007

Aclaración Express

Para mi sorpresa han surgido percepciones difusas sobre los Yorkies 2006. Dudas sobre qué es el kwan (Que el tio York responderá a la brevedad) y en especial, para mi desconcierto, la terna de “LO INSÓLITO”, donde mi querido amigo Juanelo ha manifestado sentirse subestimado por obtener ese premio debido a sus logros.

Que todo lo contrario, son motivo de sorpresa grata y reconocimiento absoluto, razón por la cual justamente ha obtenido ese galardón.

Ya que la esencia del Yorkie 2006 a lo Insólito no corresponde a la misma del Semanario de lo Insólito, sino que más bien le tira a aquello que destaca positivamente de la absoluta normalidad.

Todo lo contrario amigo, estoy festejando que sigas adelante. Porque además tienes el Yorkie al mejor amigo! Dos años seguidos!

ATTE.
C. York El bienintencionado Perry
Master Filantropo Fundador de los Yorkies

domingo, enero 07, 2007

and The Yorkies 2006 goes to...

Pues este año... vieran que empezó bieeeeeeeeeeeeeeen bonito, cursilón pero muy prometedor, y a partir de la segunda mitad como que empezó a irse en picada, cabrón.
Pero hey! Gracias al cielo (o el infierno) por fin se acabó el 2006 y es una buena oportunidad de comenzar en ceros.
Entre lo dulce y lo amargo (No olviden leer la edición del 2005). He aquí lo más memorable, lo más bonito, lo más nice, lo más infame, all the shit y lo más nefasto de este año viejo.


LOS YORKIES 2006


MEJOR AMIGO: Franco empate! El buen Juanelo (que hasta mi sensei se volvió) y Dante (que es un buen hombre, sí, admitalo ya).

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MEJOR AMIGA: Bren (Con su timing, que de algún modo, no sé cómo, supo ser, supo estar) y Sue (Que en las buenas, las malas, las peores, las infames, las filas de 9 horas y los lapsus pendejus, estuvo, a su modo, ahí).


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EMBAJADOR DEL KWAN: Dante (Porque él tiene el Kwan...)




MEJOR PELÍCULA: Broken Flowers (Flores Rotas). Un sueño en una pantalla, la sensación de estar pero no estar. Sinsentido y melancolía en una búsqueda externa por algo que se esconde (y niega) en el interior.

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MENCIONES HONORABLES: The Shopgirl (La Chica de Mostrador) Sniff... you know why. Danny the Dog (La Bestia) Palizas poéticas, un guión excelente. Emotiva y rompemadres. Mission Impossible III Tiene el mismo soundtrack que Lost, pero que buen villano!. Pirates of Caribbean II: Dead Man´s Chest (Los Piratas del Caribe 2: El cofre de la Muerte) Jack Sparrow es mi idolo! Uno de los personajes más increibles y entrañables en TODA la historia del cine.

DE HABERLAS VISTO SEGURO ESTARÍAN EN LA LISTA: Los Infiltrados, Volver, El Laberinto del Fauno, Babel, Pequeña Miss Sunshine, En el hoyo, Nacho Libre y un largo etcétera... Mierda, aquí se nota que le perdí el amor al cine (sólo por un tiempo espero).

LA MAYOR SORPRESA: Night at museum (Esperaba cualquier estupidez, pero no una tan bien lograda, en verdad vale la pena, es delirante).

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Aaaarrrhhhgg! Gané un Yorkie!

MAYOR FIASCO: Superman Returns (Superman Regresa). Nunca vuelvas! Que basura! Kevin Spacey enterró su prestigio con ese grito de "Kryptonite!".

PREMIO "QUÉ CHINGADOS?": Una película de huevos (Qué chingados es lo que dices antes, durante y después de verla).

MEJOR SERIE: Desperate Housewives (Esposas Desesperadas). Nunca bajó el ritmo, nunca cambió las reglas, nunca defraudó, cosa que sucedió con Lost. Aparte de que Marcia Cross me alucina...

EL GURÚ DEL AÑO: Bob Dylan. Estuvo ahí, dio luz, explicó con letras lo que yo ni siquiera podía dibujar ni vomitar. Igual que a mis mejores amigos, le estaré eternamente agradecido.

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MEJOR DISCO DEL AÑO: With Strings Live at Town Hall - Eels. Grabaciones de una sola toma, una ejecución impecable, una de las mejores bandas de música alternativa sonorizada con un cuarteto de cuerdas. Canciones reinventadas, con mayor fuerza, freaks fónicos. Covers de grandes ligas mejores que sus originales. Bob Dylan, Johnny Rivers y Michael Brown, homenajeados en interpretaciones tan intensas que te hacen detener en seco el auto para escuchar con atención.



CASI GANAN: Modern Times - Bob Dylan. Black Holes and Revelations - Muse. The Information - Beck. 5:55 - Charlotte Gainsburg. The Eraser - Thom Yorke. With love and squalor - We are scientists. First Impressions of Earth - The Strokes. Orphans - Tom Waits.

DE HABERLOS OÍDO SEGURO ESTARÍAN EN LA LISTA: Okonokos - My Morning Jacket. The Life Pursuit - Belle and Sebastian. The Seeger Seassions - Bruce Springsteen. 9- Damien Rice.

LA MAYOR SORPRESA: Love - The Beatles. Olvidate de cualquier recopilación de los Beatles que tengas, ya es momento de tirarla a la basura. El disco definitivo es este y ninguno más. La nueva mezcla de las canciones vuelve espectácular un material que erroneamente creíamos conocer de sobra. Los logros que lo demuestran son bastantes. La versión más perfecta jamás producida de A day in the life... Un Strawberry Fields Forever que demuestra que estos tipos se adelantaron décadas a los demás simples mortales de sus tiempos y cada track... Love es una obra maestra.

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FIASCOS SONOROS Esperaba más y defraudaron: Sam´s Town - The Killers (Boring...)

DISCOS DIRECTO AL BOTE DE LA BASURA Literalmente: Cirkus Björk - live in Göteborg, Sweden. En realidad este bootleg era un regalo que nunca pude entregar y luego ya no tuvo sentido.

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PREMIO "NACO ES CHIDO": María Daniela y su Sonido Lasser. Chulada...

MEJOR ROLA: Supermassive Black Hole - Muse.
Don´t Fuck! Que delirio! Por fin dejan atrás eso de ser imitadores de Radiohead y crean una canción jodidamente buena, excelente, pegajosa, llena de actitud esquizoide... Fucking amazing!



MEJOR FRASE ROCKERA:
"Our youth is fleeting, old age is just around the bend and I can't wait to go grey. And i'll sit and wonder of every love that could've been if I'd only thought of something charming to say..." - The Sound of Settling de Death Cab for Cutie.

MENCIÓN HONORIFICA A:
"She was a walking work of art. I am a broken wind-up toy. I thought I knew what really mattered..." - The Only Thing I Care About de Eels.

MEJOR SOUNDTRACK: The Shopgirl. Sun Kil´ Moon con su canción Carry Me Ohio logró uno de los momentos más intensos y tristes que recuerde haber visto en una película. No tanto por lo que pasa, sino por lo que evoca entre los involucrados.

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MEJOR ESPECTÁCULO: York Perry goes down (De junio a diciembre de 2006. Temporada abierta y caida libre!)

MEJOR CONCIERTO: Joaquín Sabina en la explanada de la EXPO (Me la debías destino! El mejor concierto de mi vida, el más significativo).

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PEOR CONCIERTO: Los Babasónicos en ZapoPUM! (No suena divertido... La banda estuvo bien a secas, la compañía fue inmejorable, pero la organización, el sonido y la logística fueron una mierda, me fastidiaste el show Jorge Vergara!).

LA ROLA MÁS LLEGADORA:
-En español: Contigo - Joaquín Sabina (En vivo en la FIL). No lo esperaba, pero me sacudió las entrañas hasta las lágrimas, la sentí como un credo roto contra mi voluntad.
-En inglés: Carry Me Ohio - Sun Kil´ Moon. Una mezcla hermosa entre melancolía, dolor, entrega y despedida. Imposible no conmoverse. Me recuerda también una noche hermosa en los últimos momentos que pasé con Ivette. Ahora es parte del soundtrack de mi vida.

MEJOR BESO: El de feliz cumpleaños.

MEJOR NUEVO AMIGO: El Secre! Este francesito made in zapopan es tan nefasto, sarcástico y mala leche que yo me siento dulce y tierno (ya hablaré más de él).

MEJOR PENA AJENA: Cantar We Are The Champions y Hearth-Shaped Box en un Karaoke y no dar los tonos pero sí dar los gallos. En segundo lugar, tener el accidente que me costó un par de conciertos y algunos miles de pesos =-p

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Hasta Can-Can hubo...



MEJOR FIESTA: Mi cumpleaños en el Acné!, con mis mejores amigos, con un gran libro (y un comic porno), con esa chica especial, improvisando en un cortometraje en una casa abandonada y Juan el cleptómano... Fue retorcido. Irrepetible, no puedo negarlo.

MEJORES LIBROS: Kensington Gardens - Rodrigo Fresán. Me devolvió la fé, Peter Pan y la Inglaterra de los 60, con Bob Dylan como personaje. Crónicas: Volumen 1 - Bob Dylan. ¿Cómo demonios no ganó el Nobel de literatura? y lo digo en serio. Lunar Park - Bret Easton Ellis. El maestro se destripa a si mismo y llega a un nuevo nivel.

MEJOR FOTO: Fotos enormes de payasos tristes, Ivette imitándolos de pie frente a ellos sobre el paseo Chapultepec (no me quedé con la fotografía, but I´m proud of it).

LA FOTO INÉDITA: El joven piernas de muleta (y faltó la de Hooters!)

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LO INSÓLITO: Juan ya tiene trabajo (y dos años consecutivos ganó el mismo premio!)

MEJOR VIAJE: Mi Lost in Translation en Izcalli (gracias Bren).

MEJOR REGALO: Una botella de Ron Appleton Dorado (Campos de trigo forever!).

DESCANSE EN PAZ: Mr. Cletus (hasta la fecha no sé de qué murió, pero siento el por qué)



VELADA MÁS MEMORABLE: La primera noche en el Barba Negra. Sólo cuatro palabras: How Does It Feel?

LA FRASE MÁS TRISTE:
"Pude haber pasado el resto de mi vida contigo..." (En verdad dolió decirla).

PERSONA MÁS QUERIDA: Ojalá fuera yo...

LA INCÓGNITA 2007: Laura (y las miscelaneas), y el horoscopo TVNotas (por separado).

MEJOR ADQUISICIÓN: El Señor Holloway (no vino el materialista hoy?)


PEOR ADQUISICIÓN: El Señor Holloway! (es muy demandante el cabrón!).

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