Días extraños he vivido, uno tras otro desde aquel día de cerrar el capítulo, bajo toneladas de café y coros de los Beatles, me he sentido bastante a gusto conmigo mismo y en paz. Los días en el trabajo han sido pesados, exageradamente tensos, llenos de presión y con la sensación ininterrumpida de estar en la cuerda floja.
De repente entrar a la oficina cuando aun no salía el sol y salir de ella cuando la noche ya tenía rato de haber llegado se volvió común. Pero no me importa en realidad. No me importa si el ciclo en mi trabajo ya terminó, no me importa si me sacan de una patada o de menos me dan las gracias, estoy más que satisfecho con lo que logré ahí. Conocí a gente especial y tuve la oportunidad de ayudar a mucha gente, que quiero y también que se cruzaron en mi camino.
Se siente raro. Estar ahí en el trabajo de buen humor y todo el mundo con caras tristes. Intento animarlos y parece de algún modo u otro los contagio un poco. Hago corajes, sí, me saca de onda tanto valemadrismo, claro! Casi lloro ante la presión salvaje, quien no? Pero nada me ha quitado la sonrisa de idiota.
...en la cara de idiota.
No creo que se trate de decidirte a ser feliz. Porque a final de cuentas eso es algo meramente contemplativo. La acción es creo, seguir rodando, como una piedra. Como una río hacia el mar. Algo como lo que Dylan dice en Mississippi o Baricco en City.
Lo que intento decir es...
No soy feliz.
Estoy feliz.
Y ese es el camino...
Por eso cambio todo. Incluido el blog. Que no está terminado, pero será así más o menos. Como me siento.
Como Jamie Cullum guardando equilibrio sobre un piano, bajo un sol de intenso ázul cielo.
Que más puedo decir? A todos mis amigos, conocidos, lectores, compañeros de batalla, aquellos que han estado aquí estos últimos meses... Gracias... en verdad. Con el alma... Gracias...
1 comentario:
esta padre...encandila un poco (solo un poco) pero lindo
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