Bruce Springsteen, Don “The Eagles” Henley, Bob Dylan, Billy Bob Thornton, Adam Sandler, Steve Earle, Jackson Browne, Bonnie Raitt, The Wallflowers, Ry Cooder, Pete Yorn, Jill Sobulle, The Pixies y Jorge Calderón, entre otros monstruos, se juntaron para grabar Enjoy Every Sandwich, un emocionante homenaje póstumo al enorme Warren Zevon, un hombre que se despidió dejando un único consejo: “Disfruten cada sandwich”.
El momento fue en vivo, en El Show de David Letterman –amigo y fan confeso– y no demoró en ser preservado en el emocionante documental del canal VH1 –se consigue en DVD– para que podamos verlo una y otra vez. Y el que no llora es un insensible, en serio.
Allí, único invitado al show donde cantaría por última vez en público, el terminalmente enfermo songwriter Warren Zevon se fugó por un par de días del estudio de Los Angeles –donde corría y perdía el aliento intentando terminar The Wind, su disco número catorce y su primer y último álbum de despedida– para conversar con Letterman y despedirse con sonrisa resignada, antiheroica y, quisieralo o no, épica. Esa noche Warren Zevon hizo chistes bastante siniestros –pero muy graciosos– sobre la inminencia de su final y sólo pareció ponerse serio cuando el anfitrión del show tragó saliva y le preguntó: “Desde la perspectiva de las cosas que tienes ahora... ¿sabes algo sobre la vida y la muerte que yo no sepa?”. Zevon miró a Letterman con ojitos tristes pero divertidos, se lo pensó apenas un segundo, y lanzó uno de esos one-liners que distinguieron y siguen distinguiendo sus siempre vitales canciones sobre el fino arte de morirse. Zevon respondió: “Nada nuevo; salvo que ahora tengo perfectamente claro cuánto tienes que disfrutar cada sandwich”.
Dicho y asimilado y obedecido y así –a poco más de un año de la muerte de Zevon– aparece “Enjoy Every Sandwich”: The Songs of Warren Zevon, álbum que –al igual que The Wind– funciona también como alegre y dolida reunión de amigos cercanos para algo que, afortunadamente muy lejos de esos cómodos, impersonales y corporativos tributos, es más un sentido memorial para un artista inolvidable. Digámoslo así: esto es más un selecto Hot Pastrami que un vulgar Big Mac.
Uno Y aquí están, éstos son los que se acercaron a revisitar un buen puñado de canciones de Zevon.
l “Searching for a Heart”: Don “The Eagles” Henley la canta con languidez californiana y le presta un delicado aire reggae que por momentos recuerda a “Stand By Me”. El que Frank Sinatra no la haya grabado en su momento es uno de esos misterios que hacen todavía más imperfecto a nuestro mundo.
l “Werewolves of London”: A Zevon le gustaban los actores que cantaban porque consideraba que podían “interpretar” las canciones. El comediante Adam Sandler se mete aquí con el único hit certificado de la carrera de Zevon y consigue una más que convincente imitación del song-writer durante sus años más locos y peligrosos. Ya saben, todos juntos, otra vez: “Ahh-ooooooooh!”
l “Reconsider Me”: Steve Earle & Reckless Kelly la cantan con más aspereza que Zevon. No está mal. Pero nadie canta Zevon como Zevon. Sobre todo a la hora de sus canciones de amor con el corazón roto y el cerebro entero. Casi.
l “Poor Poor Pitiful Me”: Jackson Browne & Bonnie Raitt son un poco blanditos para uno de los himnos del Zevon desatado en plan Hulk. Pero, bueno, Browne era uno de sus mejores amigos y siempre estuvo ahí en los malos tiempos dando una mano o dos. O cuatro. Perdonado entonces.
l “My Ride’s Here (Live)”: Uno de los mejores momentos del asunto. Bruce Springsteen –en vivo, 10 de septiembre del 2003, Toronto– lentifica y mexicaniza con acordeón este himno de batalla sobre la grandeza de irse al galope al otro lado y la hace suya sin por eso quitársela a su dueño. Especialmente emotiva la presentación a cargo de The Boss definiendo a Zevon como “alguien que nos dejó hace unos días pero sigue siendo uno de los más grandes escritores de canciones de América”. Así se dice, así se hace.
l “Lawyers, Guns and Money”: Jakob Dylan y The Wallflowers ofrecen aquí una prolija y respetuosa versión de un clásico al que no hay que tocarle ni un pelo. En cualquier caso, el chiste de cantar “Warren, get me out ofthis!” en lugar de “Dad, get me out of this!” funciona. Canción perfecta para película de Sam Peckinpah.
l “Studebaker”: The Wallflowers acompañan a Jordan Zevon, hijo de Warren, quien toca el piano igual que papá y tiene una voz parecida pero sin tanto bourbon y humo acumulado. Todavía tiene tiempo. La canción es un tema inédito de finales de los ‘60 que suena, de inmediato, a otro standart de Zevon. Indispensable. Hay rumores de una inminente caja de rarities –sello Rhino– donde encontraremos el demo original y tantas otras maravillas.
l “The Wind”: Tema que no hubo tiempo de grabar e incluir en The Wind. El actor Billy Bob Thornton –vecino de Zevon– se pasa un poco de rosca queriendo ser más intenso que Warren. Y se olvida de que Zevon era intenso, sí, pero riéndose de su propia intensidad.
l “Splendid Isolation”: No está nada mal la versión de Pete Yorn. Pero, claro, falta Zevon soplando el mejor solo de armónica de toda la Historia.
l “Mutineer (Live)”: Bob Dylan no llegó a participar en el cover de “Knockin’ On Heaven’s Door” de The Wind y probablemente nunca se lo perdone. O quizá le dio fiaca ir, quién sabe. En cualquier caso, durante todo el año pasado incluyó canciones de Zevon en sus conciertos. Esta –registrada en algún lugar de Australia– convierte una love letter de Zevon a sus seguidores en una suerte de canción marinera para amotinados enredados y perdidos para siempre en el Mar de los Zargazos. Brillante y oscurísima al mismo tiempo.
l “Monkey Wash Donkey Rinse”: David Lindley & Ry Cooder, dos de los guitarristas favoritos de Zevon cruzan cuerdas en uno de esos temas lúgubres perfectos para película con héroe agonizante pero con tiempo para un último trago. Y ya que estamos: Waddy Watchel –socio mayoritario en otros discos de Zevon pero misteriosamente ausente en The Wind– reaparece en toda su gloria y exprime sus seis cuerdas en los tracks de Henley, Sandler, Brown & Raitt, Zevon Jr., Thornton y, al cierre, Calderón y Warnes. Bienvenido a casa, Waddy.
l “Don’t Let Us Get Sick”: la vocecita aniñada de Jill Sobule consigue poner la piel de gallina –o de águila– en una de las canciones más emocionantes de Zevon.
l “Ain’t That Pretty At All”: la entrada más desconcertante; pero enseguida se comprende que no lo es tanto. The Pixies invocan cabalmente el amplio costado punkie de Zevon.
l “Keep Me in Your Heart”: Jorge Calderón –el viejo camarada y co-autor de buena parte del canon zevoniano– se apunta al final con la última canción grabada por su hermano de sangre. Jennifer Warnes ayuda. La primera vez desconcierta un poco porque es una canción MUY personal e intransferible. Canción con casi muerto pidiendo no ser del todo olvidado. Pero, bueno, supongo que es el modo que tiene Calderón de decir “nunca te olvidaremos”.
l “Keep Me in Your Heart (Strings Only)”: el elegante arreglo de cuerdas de Van Dyke Parks aparece –a modo de bonus-track fuera de programa– despojado de la canción y a solas y recuerda, claro, a los arreglos de cuerdas de Zevon para “The French Inhaler” y “Desperados Under the Eaves” o a sus interludes del disco Bad Luck Streak in Dancing School (1980). Buen cierre. Aire de requiem. R.I.P.
Y si estás ahí da treinta golpes.
Y la fiesta está buena y los covers funcionan pero, claro, uno se queda con ganas de más. Tendría que haber sido un doble y tendrían que haber estado muchos otros que –aunque no fueran amigos– podrían haber rendido justo homenaje. Y ése es uno de los problemas de estos discos: te obligan a pensar opciones, a llenar agujeros, a invitar e invitar a muchos otros; y he aquí alguno de los que se me ocurren para la próxima: LeonardCohen y “For the Next Trick I’ll Need a Volunteer”, Nick Cave y “Desperados Under the Eaves”, Lloyd Cole y “The French Inhaler”, Lyle Lovett y “Things to Do in Denver When You’re Dead”, Rickie Lee Jones y “The Heartache”, Ryan Adams y “The Indifference of Heaven”, Elvis Costello y “Please Stay”, Annie Lennox y “Hasten Down the Wind”, Peter Gabriel y “Leave My Monkey Alone”, Linda Ronstadt y “El amor de mi vida”, U2 y “Suzie Lighting”, David Byrne y “The Hula Hula Boys”, Randy Newman y “Excitable Boy”, Eminem y “Boom Boom Mancini”, R.E.M. –quienes lo acompañaron en todo Sentimental Hygene (1987) y lo cubrieron en Hindu Love Gods (1990), disco y banda fantasma de covers– y “Accidentally Like a Martyr”, Fleetwood Mac y “Looking for the Next Best Thing”, puestos a contratar a otro actor quién mejor que Robert Downey Jr. para “Detox Mansion” y, last but not least, el fantasma de Johnny Cash contando desde el otro lado –con Zevon al piano– la saga asesina de “Roland the Headless Thompson Gunner”.
Pero son fantasías. Mejor –ahora que lo pienso– que rescaten en compact de una jodida vez los desaparecidos en acción Stand in the Fire (1981) y The Envoy (1982). Y que alguien se ponga a escribir YA una buena y sabrosa biografía de la bestia.
Mientras tanto y hasta entonces, aquí están estas guarniciones emparedadas que no ocupan el sitio de un nuevo disco de Zevon pero que, al menos, nos permiten extrañarlo con gracia y respeto y hambre.
Y en la tapa de Enjoy Every Sandwich está esa precisa caricatura de R.J. Matson. Pocas líneas y trazo limpio que invocan a la perfección la mirada peligrosa y la sonrisa traviesa. Warren Zevon, seguro, hubiera preferido la incorrección más anárquica que política de su trade mark: una calavera fumando. Pero se sabe –y él lo supo de la peor y más drástica y abrupta manera posible– que nada es perfecto. Aunque –después de todo– de exactamente eso trataban y tratan todas sus canciones, ¿no?