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"Clarissa habla conmigo durante exactamente cuarenta y cinco minutos, pero no es psiquiatra cualificada; es estudiante de psiquiatría. De modo que oficialmente es una visitante que tiene los ojos verdes..."
"Si estaba en una misión de recopilación de datos o coqueteaba conmigo, no habría sabido decirlo. Pero que supiera qué fármacos corrían por mis privadas venas era algo profundamente íntimo."
"Hay una tradición solemne en torno a lo clandestino..."
"Ya no pude permitirme crear un código cuando sabía en todo momento que su último fin era ser decodificado."
"Toda ella era una colección de colores pastel, y su piel, con el brillo rosa que irradiaba, contrastaba con la arena blanca y el azul turquesa de su blusa. A partir de su imagen y de los recuerdos que tenía de ella me hice una idea clara de su cualidad más conmovedora: su negativa a estar triste."
"No sabía si los gestos de Clarissa hacía mí eran platónicos, aristotélicos, hegelianos o eróticos. De modo que me quedé allí, unido a ella por tres puntos: su mano en mi nuca, mi mano en su espalda y su pelo acariciándome el costado. Miré el cielo y me pregunté cómo podía estar enamorado de alguien cuyo nombre no era un anágrama..."
."Si estaba en una misión de recopilación de datos o coqueteaba conmigo, no habría sabido decirlo. Pero que supiera qué fármacos corrían por mis privadas venas era algo profundamente íntimo."
"Hay una tradición solemne en torno a lo clandestino..."
"Ya no pude permitirme crear un código cuando sabía en todo momento que su último fin era ser decodificado."
"Toda ella era una colección de colores pastel, y su piel, con el brillo rosa que irradiaba, contrastaba con la arena blanca y el azul turquesa de su blusa. A partir de su imagen y de los recuerdos que tenía de ella me hice una idea clara de su cualidad más conmovedora: su negativa a estar triste."
"No sabía si los gestos de Clarissa hacía mí eran platónicos, aristotélicos, hegelianos o eróticos. De modo que me quedé allí, unido a ella por tres puntos: su mano en mi nuca, mi mano en su espalda y su pelo acariciándome el costado. Miré el cielo y me pregunté cómo podía estar enamorado de alguien cuyo nombre no era un anágrama..."
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2 comentarios:
Híjole, gámbler, qué ganas de leer tu libro de Steve Martin. La segunda cita está como para dedicarle un asalto.
Celestina: Cada cita tiene tantita vocación de asalto... creo :P
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