Aun no me la acabo con el vertigo de este junio. Tan asaltante, tan urgente, tan canalla.
Han sido tantos los giros y los nuevos episodios de mi vida en las últimas semanas, que las 24 horas de mi festejo se han visto fragmentadas a lo largo del mes. Y ha tenido los escenarios más extravagantes, desde una habitación azul casi submarina, cafés de librerías, techos entre rayuelas y una alberca con piruetas.
Han sido tantos los giros y los nuevos episodios de mi vida en las últimas semanas, que las 24 horas de mi festejo se han visto fragmentadas a lo largo del mes. Y ha tenido los escenarios más extravagantes, desde una habitación azul casi submarina, cafés de librerías, techos entre rayuelas y una alberca con piruetas.
Los regalos tampoco se han hecho esperar...
Tengo un paraguas rojo de Roja, un cupón por un regalo en un tal vez, un poema de Vallejo, unas lenguas de gato, un libro imposible de Lethem, la película de una lista infinita, una tarjeta enmarcada de exposición, el capítulo final de Cuki, la sorpresa de que Roscas sigue leyendo aquí, una beca para estudiar una maestría, un "tenme, que aquí estoy"...
Por supuesto, no había tiempo de venir a escribir aquí.
Por supuesto, nos sobran los motivos para llorar... y bailar.
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Tengo un paraguas rojo de Roja, un cupón por un regalo en un tal vez, un poema de Vallejo, unas lenguas de gato, un libro imposible de Lethem, la película de una lista infinita, una tarjeta enmarcada de exposición, el capítulo final de Cuki, la sorpresa de que Roscas sigue leyendo aquí, una beca para estudiar una maestría, un "tenme, que aquí estoy"...
Por supuesto, no había tiempo de venir a escribir aquí.
Por supuesto, nos sobran los motivos para llorar... y bailar.
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