Anexo D: Crónica de una Noche Bucanera...

Noche de viernes.

Entramos al bar y di la vuelta al sentir su presencia a mis espaldas. Los instintos. Era ella…

Aunque jamás en mi vida la había visto antes, digo que "era ella" porque a partir de ahora sólo será ella en el relato.

De regreso al preludio. La escotilla del barco. Me quedo parado y veo que entra alguien más acompañandola, afortunadamente ese agluien era una mujer. Desafortunadamente ese alguien era mucho mayor. Esto nos limitaba a sólo tres opciones. La acompañante madurita.... A)- Era su amiga B) - Era su madre C) Era su amante.

Abordamos. Tras tomar cada uno una cerveza de la barra, le comenté al buen amigo que me acompañaba que me agradaba la chica de la mesa de al lado, pero que al parecer venía con su madre, a lo que mi amigo (como buen amigo, enfatizo) dijo: “Genial! yo voy sobre la madre, usted haga lo suyo”. Claro, como mi amigo es todo menos normal, al darle unos tragos a su cerveza en vez de ver más atractiva a la madre la vio peor, porque dijo: “retiro lo dicho”.

La banda de siempre toca esa música que parece que acaba de ser inventada, eres complice de algún extraño conjuro astral donde inexplicablemente conoces (y sientes) a la perfección la letra de esa tonada que suena recien nacida. En eso, se desocupó la mesa al lado de ellas, tomamos asiento. Establecimos el cuartel y ocupamos nuestras posiciones. Los fantasmas de Janis y Roy flotan en el techo, sonriendo tal vez, muertos de la envidia puede ser, pero preguntándose de seguro cómo no se les ocurrió tocarla así.

Mi camarada algo divertido me hizo la observación de que la chica me había escaneado (mirado) con detenimiento mientras me sentaba. Una de esas cosas que no sabes si son ciertas o si las dicen para darte valor. Pasó el rato hasta que terminó la primera sesión de música, entonces, luz verde... La señora se levantó.

- Vamos, es su oportunidad
- No se me ocurre nada!!
- Yo usaría el notable gusto de ella por Janis Joplin
- No lo haré...
- Dijo el maestro Dylan: Cuando no tienes nada, no tienes nada que perder
- Dijo el maestro Hernández: pero no me atrevo
- Bueno, sabe qué? si tiene algo que perder... la oportunidad de conocer a alguien.

Jaque Mate. Con ese argumento me convenció.

Así que me levanté y como si viera todo desde una perspectiva sumamente lejana, las palabras fluyeron. Fue algo fugaz, pero lo suficiente para saber que no era lesbiana. Yo lo observaba todo como si fuera un espectador, me desconocí en ese momento… Aunque el sillazo de su madre me hizo volver en mi, había regresado acompañada y la conversación quedó mutilada. Regresé a mi lugar, algo aturdido aun, donde mi amigo brindaba mi incursión con Coca-cola (es que ya dejó el café).

Estaba dispuesto a quedarme con eso, pero me alentaron una vez más para anotar mis datos en una servilleta que habría de entregar la próxima oportunidad, así lo hice y pasaron 24 minutos antes de que ello fuera posible, pero se hizo, entregué la servilleta, le dije que podríamos continuarlo en otra ocasión, ella inmediatamente guardó el papel antes de que su madre llegara. Mi amigo y yo que festejamos bailando un buen rock.

Desembarcamos. Tras cumplir la misión salimos del lugar, el éxito había sido rotundo aunque nos debieran Miserlou. Si esta historia tiene segunda parte o no, solo el tiempo lo dirá...

ESE DÍA APRENDÍ QUE: El viernes va más gente al Red Pub que los sábados, y el viejito de la entrada es más ojete. Pero en el Barba Negra seremos siempre bien recibidos.

Dentro de toda la gama de bebidas La Fachada de Piedra sabe mejor con Coca-Cola

La cámara del cel siempre listo para el momento Kodak...