El inglés necesita de un verbo fatalista para emplear la expresión “enamorarse”: to fall. O sea que el enamorado no exactamente asciende a un estado superior, sino al contrario: Cae. Tropieza, se distrae, es entrampado. Cae, igual que Luzbel. Si Cristo hubiese dicho “Enamoraos los unos a los otros”, ya estaríamos todos viviendo en el Infierno.
Pero sería injusto concluir que Amor y Averno son instancias iguales o siquiera equivalentes. El diablo de allá abajo y el diablo del amor podrán ser parientes, y en un momento socios, pero sus métodos difieren tanto como la horca del veneno, el sable del cuchillo, el cañón de la trampa. (…)
Capullo o sortilegio, el amor trae consigo promesas increíbles. Estas son, las únicas que deberían ser creídas, pues dar fe a lo improbable es saberse caído, presa, dentro, cautivo de una irrealidad en la que sólo resta sumergirse, y así andar por las calles con lo que el desdichado juzga una sonrisa de imbecil...
-“El Aullido al Caer”. Diablo Guardián de Xavier Velasco
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