Elvis is dead, Bono killed him again...

Ese era el nombre de un bootleg que jamás he podido recuperar. Lo encontré en aquellos días oscuros e inocentes de finales de los noventa.
Cuando la mejor forma de encontrar canciones en formato mp3 era metiéndote al directorio raíz de los servidores de las universidades gringas.

¿Napster? Sí, sí, también lo usé, pero para la flamante conexión de modem a 52 kbps (.05 Megas), era más estable si descargabas directamente un archivo.

Elvis is dead, Bono killed him again era una grabación de un concierto de U2, en la gira de Pop-Mart, supongo, donde el muchacho cantaba casi a capela (acompañado por breves acordes de The Edge) algunas estrofas de Elvis, pero por algún motivo le ganaba la risa a media parodia, entre la voz de Las Vegas y las carcajadas compulsivas de la gente, Bono estaba destrozando al Rey, y era una fiesta.

Amaba oír esa grabación, porque de cierta forma me hacía sentir en el concierto, y era una de las cosas que más anhelaba en la vida. Verlos en vivo.

Hoy es su concierto en el D.F., y me siento feliz de estar en mi casa, escuchar sus viejos discos y no ir a verlos. Prefiero ahorrar mi dinero para cuando presenten un LP que sí valga la pena presenciar en vivo.
Sin embargo se siente en el ambiente, se lee en los diarios, en la gente que se emociona por la idea de que estén aquí, en la gente que predica su odio por ellos. Porque son masivos, ineludibles.

Los cabrones pueden hacer lo que quieran, total, ya están en ese grupo, ya patearon las puertas, ya nos regalaron la música...

La referencia irónica a Abba es intencional.

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