Al volver del refrigerio, después de reanudar mi vieja rutina antes de conocer tu comida, me he dado cuenta de que no es igual. Salir con mis compañeros a algún lugar por ahí, atenerme al viejo sazón mecanico preparado en masa para un montón de personas indiferentes para el cocinero. Pagar por ello. Tedio...
No se compara a la dedicación y sentimiento de cada platillo que preparaste pensando en mi. Es invaluable, es especial. Aquel día entre casas arabes, maratones de Kurosawa y pasteles de chocolate me enseñaste que el sabor de lo que alguien cocina se compone de dos elementos: Los ingredientes y el sentimiento con que son mezclados. Hoy por hoy sin darte cuenta me lo sigues demostrando a diario.
Así como me has enseñado que la vida no tiene porque ser común. Que existe un lugar especial, un jardín secreto, un pequeño mundo, donde es posible ser, soñar despierto y nada más.
No se compara a la dedicación y sentimiento de cada platillo que preparaste pensando en mi. Es invaluable, es especial. Aquel día entre casas arabes, maratones de Kurosawa y pasteles de chocolate me enseñaste que el sabor de lo que alguien cocina se compone de dos elementos: Los ingredientes y el sentimiento con que son mezclados. Hoy por hoy sin darte cuenta me lo sigues demostrando a diario.
Así como me has enseñado que la vida no tiene porque ser común. Que existe un lugar especial, un jardín secreto, un pequeño mundo, donde es posible ser, soñar despierto y nada más.
Gracias por todo... con el alma... gracias por ser tú.
7 de Febrero de 2006 - 4:05 PM
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