lunes, octubre 15, 2007

Noche conservada en alcohol


Hay un Tom Waits para toda ocasión. Pero jamás te sonará tan calido oirlo como después de las 2 de la mañana, con más de un trago encima.

Me recuerda al tercer relato de Sueño Profundo de Banana Yoshimoto, "una experiencia", donde la protagonista, una chica permanentemente alcoholizada, escucha el murmullo de una canción que la perturba. Pero esta melodía sólo puede oírla estando ebria... como si el licor invocara algunos fantasmas auditivos que de otro modo no podrían tocarte en lo más profundo de tus sentimientos.

Para mi, Tom Waits es el máximo reverendo en esa categoría. Un fantasma de alcohol, en carne y hueso... ¿Qué me ha movido desde anoche que la dejé en su casa hasta hoy?

San Diego Serenade... Algo sobre buscarte, sobre perderse y encontrarse.

Salud Tom...


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Nunca vi la mañana,
hasta que me quedé despierto toda la noche
Nunca vi el brillo del sol,
hasta que apagaste la luz
Nunca vi mi hogar,
hasta que me fui por demasiado tiempo
Nunca escuché la melodía,
hasta que necesité la canción.

Nunca vi la línea blanca,
hasta que te dejé atrás
Nunca supe que te necesitaba,
hasta que estuve en aprietos
Nunca dije que te amaba,
hasta que te maldije en vano
Nunca sentí las cuerdas de mi corazón,
hasta que casi me volví loco

Nunca vi la costa este,
hasta que me mudé al oeste
Nunca vi la luz de la luna,
hasta que brilló sobre tu pecho
Nuca vi tu corazón,
hasta que alguien intentó robármelo
Nunca vi tus lágrimas,
hasta que rodaron por tu rostro...

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