“...se me ocurre la historia esa de los ríos, si de verdad pretendo algo que me haga asimilar todo este asunto acabo pensando en los ríos, y en el hecho de que se pusieran a estudiarlos precisamente porque no les cuadraba esa historia de que un río, teniendo que llegar al mar, invierta tanto tiempo, o sea, elija, deliberadamente, hacer un montón de curvas en lugar de dirigirse directamente a su meta, tienes que admitir que es algo absurdo, y es exactamente lo que ellos pensaron, hay algo absurdo en todas esas curvas, de manera que se pusieron a estudiar el tema y lo que descubrieron al final es increíble, es que cualquier río, no importa su longitud, todos los ríos, todos y cada uno de los ríos, antes de llegar al mar hacen exactamente un recorrido tres veces más largo que el que harían si fueran en línea recta, asombroso, piénsalo, tres veces lo que sería necesario y todo a base de curvas, justamente, sólo con esa estratagema de las curvas y no ese río, ese otro, sino todos los ríos, como si fuera algo obligado, una especie de regla para todos, es algo increíble, una locura, verdaderamente, pero eso es lo que descubrieron con científica seguridad a base de estudiar los ríos, todos los ríos, descubrieron que no están locos, es su propia naturaleza de los ríos la que los obliga a ese vagabundeo continuo, e incluso exacto, de manera que todos, y digo todos, al final navegan por un camino tres veces más largo de lo necesario, es más, para ser exactos, toma tres coma catorce veces, te lo juro, el famoso pi de los griegos, no quería creérmelo, pero, en efecto, parece que así es, tienes que coger su distancia respecto al mar, multiplicarla por el pi griego y obtienes la distancia que efectivamente recorren, lo cual, pensé, es muy chulo, porque, pensé, si hay una regla para ellos cómo no la va a haber para nosotros, o sea, lo mínimo que puede esperarse es que para nosotros sea más o menos lo mismo, y que todo este deambular arriba y abajo, como si estuviéramos locos, o peor aún, perdidos, es nuestra manera de ir directos, un modo científicamente exacto y, por decirlo de alguna manera, ya prefijado, a pesar de que sea indudablemente parecido a una secuencia desordenada de errores, o replanteamientos, pero sólo en apariencia porque en realidad es simplemente nuestra manera de ir a donde tenemos que ir…”
- Alessandro Baricco, City.
(esto tal vez, siempre será vigente)