Desde ayer York sufre de un blues intermitente. La causa, tan suya como polar, pareciese haber sido desatada a causa de un eco remoto que vino desconcertado desde el fin del mundo.
Algunas turbulencias, se sorprenden por resultar amigables, otras tantas (tan a tiempo y tan inoportunas), juegan el papel fortuito de fortaleza, latido y cobijo. Para intentar defenderse inútilmente de un miércoles que se antojaba tan lunes...
Como el más desdichado de los mañanas. York es un niño en su primer día de clases...
Que miedo, no quiero entrar...
(Mucho menos me pidan que salga de la cobija y abra los ojos).
Como el más desdichado de los mañanas. York es un niño en su primer día de clases...
Que miedo, no quiero entrar...
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