miércoles, julio 29, 2009

Cuatro minutos (para salvar el mundo)

En tiempos menos lluviosos solía bendecirnos el favor de las palabras, inofensivas y libres de acuse, cuando todo era solo un signo más en el universo milagroso del lenguaje escrito. Ese que enmarcaba ojos entre manuscritos de acento argentino y permitía esconder alivios en el corazón de las cerezas.

Hoy, mi forma de resolverme se me antoja apenas menos frágil que una torre de Lego , y tiene sentido, algunas veces, casi todas creo, sigo siendo un niño que necesita cariño.
(mientras escribo esto llega a mi buzón un par de correos: "Análisis existencial-Felicidad y melancolía", "+ de 5 pulgadas y ningunos ejercicios de por medio")

2 comentarios:

mamá logón dijo...

Estoy empezando a verlo tan lejos… más todavía.

Sue dijo...

Yo también necesito cariño... nunca me curaré de esas ausencia

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