martes, febrero 07, 2006

Comida

Al volver del refrigerio, después de reanudar mi vieja rutina antes de conocer tu comida, me he dado cuenta de que no es igual. Salir con mis compañeros a algún lugar por ahí, atenerme al viejo sazón mecanico preparado en masa para un montón de personas indiferentes para el cocinero. Pagar por ello. Tedio...

No se compara a la dedicación y sentimiento de cada platillo que preparaste pensando en mi. Es invaluable, es especial. Aquel día entre casas arabes, maratones de Kurosawa y pasteles de chocolate me enseñaste que el sabor de lo que alguien cocina se compone de dos elementos: Los ingredientes y el sentimiento con que son mezclados. Hoy por hoy sin darte cuenta me lo sigues demostrando a diario.

Así como me has enseñado que la vida no tiene porque ser común. Que existe un lugar especial, un jardín secreto, un pequeño mundo, donde es posible ser, soñar despierto y nada más.

Gracias por todo... con el alma... gracias por ser tú.

7 de Febrero de 2006 - 4:05 PM


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