Hace cuatro noches soñé con las manecillas del reloj que descendían del universo como si fueran gotas de lluvia, con una luna como un ojo de color verde, con espejos e insectos, con un amor eterno. No era esa sensación de plenitud que tanto necesitaba, sino la sensación de no estár vacía...
Fragmento del capítulo "El Libro de los Sueños Recurrentes, 1791".
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