lunes, diciembre 18, 2006

La verdad no vende... Pero incomoda.

¿A dónde se ha largado la ética profesional? Es la gran incógnita que reluce al observar la tendencia que ha demostrado, recientemente, la prensa estadounidense. La frecuencia con la que se descubren notas, artículos e información noticiosa que resulta ser falsa se incrementa de manera alarmante.

Incluso antes de la actual situación política del país, provocada por los hechos del 11 de septiembre. Reconocidas publicaciones, se han visto involucradas en serios escándalos al descubrirse que algunas notas publicadas y sostenidas por ellos, poseían tanta veracidad y relación con la realidad como la tienen Blancanieves y El Gato Con Botas.

Basta recordar un par de casos recientes:

En Mayo de 2003, The New York Times tuvo que retractarse después de descubrir que Jayson Blair, uno de sus principales reporteros, había falseado casi toda la información en cerca de una docena de artículos sobre la guerra en Irak.

Por esas mismas fechas, The Washington Post publicó, en primera plana, el relato de la captura y liberación de la soldado Jessica Lynch, presentada como una heroína que había luchado hasta el último momento contra el enemigo en una mortal emboscada. Poco después, se descubrió que sus heridas en realidad fueron producto de un choque y que no hubo una intervención armada en el hospital para rescatarla.

Publicaciones periodísticas, donde las notas estelares, creadas con la finalidad de ser llamativas y novedosas, son principalmente ficción con un ligero toque de realidad. ¿Acaso el Cuarto Poder puede ser tan manipulable? Es una pregunta muy valida, sobre todo tratándose de una situación tan delicada. El Precio de la Verdad (Shattered Glass) ofrece una visión al respecto.

Protagonizada por Hayden Christensen (Star Wars: Episodio II), y basado en un hecho real, El Precio de la Verdad aborda una situación actual, a la vez que revive un estilo de cine que tenía tiempo olvidado: El periodístico.


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Sí... es Anakin.

La película narra el caso de Stephen Glass, un joven periodista, que a sus 25 años se había convertido en el reportero estrella del diario The New Republic, provocando un gran escándalo en mayo de 1998, al confesar que prácticamente todos los artículos noticiosos que había escrito por años para el citado diario, Rolling Stone y Harper´s entre otros, fueron totalmente inventados.

Las declaraciones de Glass al ser cuestionado sobre sus motivos fueron igual de polémicas: “Mentí por estima (…) porque quería que mis lectores tuvieran la historia perfecta”.

El vertiginoso asenso en la carrera de Glass fue un cuento de hadas, al igual que todo lo que escribía.

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