lunes, diciembre 18, 2006

Mar Abierto en Cartelera Desierta

La temporada de verano sigue. Uno de sus mayores encantos (como siempre), es la cantidad de películas que inundan la cartelera, de las cuales no es posible exigir mucha profundidad, salvo unos momentos de sana (obscena, simplona y violenta) diversión.

Las películas que van para el Oscar generalmente son estrenadas entre Otoño e Invierno, con el objetivo de mantener fresco el impacto en la memoria del Público y los Miembros de la Academia, mientras tanto, en el verano se estrenan aquellas cintas diseñadas para conseguir carretadas de billetes en taquilla y horas de entretenimiento. Aunque a veces falla…

Por fortuna, entre historias de amor diabéticas, carnicerías alienígenas y clichés adolescentes, ocasionalmente surge un “pequeño monstruo curioso”, con suficientes cualidades para ser igual que el montón, pero con carisma propio. Mar Abierto (Open Water) es la pequeña gran excepción en este verano.

La historia es esta: Un matrimonio adicto al trabajo y con problemas de relación, decide tomar unas vacaciones en El Caribe, ahí se embarcan en un viaje de excursión en buceo por las profundidades del mar, donde por un descuido en el recuento de tripulantes, ambos son abandonados a mitad del océano. Con nada mas que miles de kilómetros de agua a la redonda. Lo único que pueden hacer es flotar, hasta que comienzan a ser rodeados por tiburones...

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ELLA: Te dije que fueramos a Chapala!
ÉL: Estamos en Chapala...


Con una producción modesta de corte independiente, financiada por el director, con cero efectos digitales, filmada entre fines de semana y vacaciones por un equipo de cuatro personas. En toda la película solo hay dos personajes y la mayor parte de la historia transcurre en un inmenso escenario: Pues... El mar abierto (¿No era obvio?).

La trama puede sonar torpe y de pena ajena, si se toma en cuenta que está basada en un hecho real acontecido en Australia en 1998. Sin embargo, la crítica en general coincide al señalar que la mayor virtud de este filme es el abordaje que da el director a la pareja protagonista, la evolución de sus emociones a lo largo de la cinta, del miedo a la reflexión, pasando por la ira y el afecto, creando una atmósfera de tensión, pasando a segundo plano el peligro latente de los tiburones. Aquí el terror es psicológico y los sentimientos de los personajes literalmente “salen a flote”.

Se trata de una historia de terror trillada, al tiempo que es un peculiar y bizarro análisis sobre las relaciones de pareja. Considerando las opciones en cartelera, este mutante merece una oportunidad.

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