martes, enero 08, 2008

Damocles también latía

Confieso con más descaro que vergüenza que en los últimos días (si no es que semanas) en este blog solo he escrito en piloto automático. Que este mensaje lo tecleo en un breve paréntesis entre lo que acaba de pasar y lo que viene. Que de esta cabeza han salido letras que jamás imaginé que nacerían, o en su defecto, que jamás creía que volverían por aquí. Que ellas tienen dueño y destinatario, y que ni una sola silaba de estas ha caído por aquí a fechas recientes. Sí. Mea culpa, mea culpa...

Me encuentro en la oficina, con un alud de pendientes, con un péndulo afilado oscilando sobre la cabeza y con la absoluta certeza de que no habrá certezas, pero si habrá sangre.

Hoy me enseñaron que a veces es bello lo irrazonable. Que no siempre debe haber un motivo, pero siempre existe la respuesta justa…
Que lo que se ve no se pregunta. Sí.
Nostra culpa, nostra culpa…

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