jueves, enero 17, 2008

"Komme nie zu spät"

Tienes un día libre que no esperabas. Entonces no pierdas el tiempo durmiendo, levántate y da los buenos días aunque solo leas tu eco. Olvida los pretextos para amarrarte a la ventana. Viste sin uniforme, sal a la calle y cumple tus promesas.

Primero los exámenes que siempre dejabas para mañana. Las agujas son odiosas pero las esperas por el resultado pican aun más, ni siquiera Hurt y Johnny Cash lo pueden curar, así que lárgate del lugar; no importa que el brazo siga sangrando, el secreto es este: Improvisa / consiéntete.

Ve a esa sala donde tus horarios nunca te dejan entrar. Saborea la función, anarquía de cineteca. Pero antes un paréntesis, para buscar las entradas al momento del año, encontrar tus respuestas, buscarle un abrazo al fin del mundo, echar un vistazo.

Levántate, por injusto que sea no hay prejuicios que valgan la pena, sigue tu agenda, sigue tu agenda. Saliendo de La Tumba de las Luciérnagas, un corte de pelo. Las estilistas están aburridas los jueves de enero, te tratan con cuidado, juegan contigo, se toman tu tiempo. Al final queda un corte que te hace sentir más niño, que te hace ver más viejo.

Camina por la calle y mira a esos muchachos vestidos con el uniforme de secundaria, deben llamarte la atención porque todos entran a una funeraria….


Los Ojos de Nadia…


(Los nombres de los involucrados han sido cambiados para mantener impunidad).


Una cofradía de niños perdidos, rostros extraviados, pantalones entablados, miradas ensoñadas, sonrisas contenidas, con la chispa inconfundible de aquel que ha podido burlar un día de clases en la escuela. Otras, ellas féminas, ellas sensibles, están llorando. Se unen al ritual. Igual que tú conocen de qué trata el momento, sin embargo los detonantes son diferentes. Tú estás ahí para probar que puedes hacerlo.

Lees el tablero de la recepción, memorizas los nombres, sigues a los muchachos. Conforme te vas acercando escuchas más alto el llanto de una mujer, un aullido arrastrándose por encima de las letanías del rosario, entras y puedes verla; no muy joven, no muy madura, no muy consolable, debe ser mamá, llegamos a la capilla de Nadia.

Sin pensarlo, moviéndote en piloto automático, antes de darte cuenta ya estás haciendo fila para entrar a ver el cuerpo, escuchas los murmullos de tus vecinos de hilera y te das cuenta de que estás parado justo entre Beavis y Butt-head. Los muchachos son (o eran) sus compañeros de clases. Ellos miran para cualquier otro lado menos a dónde se dirigen, hablan de cualquier cosa menos de lo que hacen ahí, se preguntan si Nadia llevará puesto el uniforme.

--Digan lo que digan saben donde están.-- Murmullo demasiado bajo para ambos, ninguno da señales de haberme escuchado, salgo corriendo de la capilla mientras mi cuerpo avanza hacia el féretro.

Poco a poco todos van pasando, poniéndose de rodillas, dando su despedida, y entonces, ahí estaba ella. Con su cabello negro, sus ausentes ojeras, su vestido blanco, sus ojos cerrados y su rostro pálido.
Me hinqué y comprendí todo, fue cuando pude darme cuenta que mi Nadia pálida estaba maquillada; que abriría los ojos de un momento a otro y se reiría con sus amigos de nosotros los adultos. Escuché mis miedos y sonreí a salud de su broma. Qué manera de salir y entrar a escena.

--Nadia, dulce Nadia, lo necesitaba. Para ver que sigo aquí, para salvarme por 24 horas, para sentir que no me uniré contigo, para creer que mañana todo estará resuelto, para saber que aun yo no estoy muerto…

Bajo sus parpados imaginé sus ojos muertos.

--Gracias…

Salí de la capilla a la calle, donde estaba la otra mitad de sus compañeros, me quedé para oírlos, sin proponérmelo Beavis y Butt-head de nuevo estaban a mi lado. El primero me tocó el brazo…

--¿De dónde conoces a Nadia? -– Le sonreí y le conté la verdad.
--La conocí en un teléfono público, necesitaba hacer una llamada y no tenía ni una tarjeta ni dinero para comprarla. Me di cuenta hasta que había descolgado el auricular, ella estaba detrás de mi y me ofreció la suya. Le prometí que a cambio de su gesto me volvería su amigo…
Ese era su don. Darte lo que nunca le pediste cuando más lo necesitabas.

1 comentario:

Juanelo dijo...

de veras conocias a nadia?
pense que eras un metiche nomas

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