A pesar de ser una película que venero y respeto, en Forrest Gump siempre hubo una escena que nunca llegué a comprender completamente. A pesar de parecerme mágica, poética y conmovedora…
Nota: si nunca han visto la película puedo llegar a sabotearles la sorpresa, así que lean el post bajo su propio riesgo.
Forrest tiene una vida apacible y estable. Un día, sin previó aviso, llega Jenny, Jenny el amor de su vida, Jenny la que lo aceptaba como era, Jenny la chica rara cuya mayor cualidad era ser humana, llena de temores…
Fueron los días más felices en la vida de Forrest, todos los días salían a caminar, veían el cielo y las nubes, él cortaba flores y las ponía en su cuarto. Ella le regaló unas Nike para correr, le enseñó a bailar. Forrest es feliz, le propone matrimonio y ella lo rechaza. Al día siguiente Forrest despierta y Jenny se había ido…
Algo así era...
Forrest sale al pórtico de la casa, con sus zapatillas Nike nuevas, no dice una sola palabra, se pone de píe y lentamente comienza a correr, correr fuera de su casa, por un sendero, luego por la carretera, llega a la ciudad, la atraviesa, piensa que si puede atravesar la ciudad puede atravesar en condado, sigue corriendo, sigue, recorre todo el condado. Piensa que si puede atravesar todo el condado puede correr por todo el estado de Alabama, y sigue corriendo, sigue corriendo y atraviesa el Estado, no ha perdido su impulso y corre aun más…
Llega a la costa… al otro lado del país. Cuando llega ahí da la media vuelta y sigue corriendo. Llega a la costa, ahora del lado opuesto del país. Da la media vuelta y sigue corriendo…al pie de las montañas, sobre puentes de piedra, a través de los campos de trigo y ciudades, Forrest solamente corre.
Por tres años, dos meses, catorce días y dieciséis horas Forrest corrió. Los noticieros hicieron reportajes sobre él. Lo entrevistaron mientras corría, le preguntaron por qué lo hacía, él solo contestó “Sentí ganas de correr”…
La madrugada del domingo lo comprendí al fin. Sentí ese mismo impulso que Forrest… Comencé a caminar y no pude detenerme, no tenía un rumbo fijo, sólo sabía que no quería llegar a casa. Terminé caminando por casi toda la ciudad. Y aún así sí llegué a casa… intenté dormir, no pude, me cambié de ropa, me puse mis zapatillas Nike, salí de casa y seguí caminando.
No tenía un rumbo fijo, sólo quería caminar. López Mateos, Periférico (hasta la estación del tren… ese tren…), El jardín japonés de Los Colomos, Patria, Plaza Amistad, la Univa, las bancas entre el edificio 2 y el 3, el último piso del edificio 2 (no me lancé), Plaza del Sol y Milenium, La Minerva (y su Starbucks), Vallarta, Centro Magno, Gandhi y Mandela, un Chai, un Mondo, una esquina de Jazz…
Jardín Japonés
El tren...
por las bancas
Expiatorio
El Expiatorio, las calles con niños haciendo burbujas de jabón, el ex convento, un café Sanborns que luce distinto si no está oscuro, si no estás dentro, los niños desnudos orinando, la plaza tapatía, un teatro. Más sitios, demasiados. Sí… noté el patrón, intenté romperlo pero vi que era en vano, a cualquier lado que fuera había algo que me murmuraba el pasado.
Hace meses. Poco antes de un accidente de Jugo de Naranja
Me sirvió de algo caminar por más de 14 horas? No sé. Le sirvió de algo a Forrest? Sólo estoy seguro de entenderlo más…
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