martes, febrero 26, 2008

Goodbye Perry! (o esto no es una salida)

A estas alturas ya debería ser bastante obvio para mi, pero lo cierto es que a veces no me doy por enterado. Lo justo y necesario ahora en este momento es que me ponga sincero, autoconfesando (y autodescubriendo) aquí las siguientes líneas. Directo al grano:
Odio las despedidas.

Mucha gente podrá pensar que soy un poco huraño, anti social o bien Grinch, y ok ok, a veces algo hay de cierto en eso. Pero el resto no, simplemente no saludo porque no quiero despedirme.

Con la gente que quiero prefiero dejar implícito ese “to be continued…”, ahora me ves y un segundo después ya estoy en la salida, sin previo aviso, como si saliera a comprar algo y regresara en 5 minutos. O me desconecto del mensajero de un momento a otro, si tengo cortesía digo que ya me voy y ni siquiera espero respuesta. Cuando llega el inevitable protocolo de decir adiós lo evado con un efectivo y anodino “bye bye”.

Run Forrest...Run...

Porque está el caso contrario, donde sí quiero escuchar los adioses, las buenas noches, los hasta nunca, sólo para estar ahí un poco más de tiempo, sólo para alargar los últimos segundos hasta que nos parezcan semanas. Cuando hago eso, significa que estás dentro.

Aun no entiendo bien en qué consiste el ritual de compartir secretos. Creo que tal vez, por eso mismo, es que les cuento esto; la vida está llena de lazos y trayectorias, y como balas perdidas en un callejón atascado de salidas, siempre existirá la bend... ok, nada, bye bye.


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4 comentarios:

Soledad Burgos dijo...

el secreto de compartir secretos es ese,,,,,precisamente ese....
los secretos no existen

Celestina Tercioipelo dijo...

Habría que emprender una poética de los secretos y otra de las despedidas.

Fifth goodnight kiss?

Sue dijo...

Las despeddias siempre tienen su magia; dice Sabines que "no hay mejor adiós que el de todos los días", ese adiós que disfraza un to be continued. El otro adiós, en mi caso es ese necesario, ese punto final que me lleva a cerrar el expediente y mandarlo a archivo muerto; ese adiós, no necesita acuse de recibo, no necesita a veces siquiera pronunciarse. Decir adiós, me parece, es como tomar una instantánea mental del otro, capturarlo en ese momento y guardarlo, hasta que llegue el siguiente encuentro y esa imagen se transforme, se renueve.

no descansamos en nada dijo...

Siento que esta paginitita de comentarios de blogger -ésta precisamente, la de ahorita, la de este post en específico y con tres comentarios exactamente- ya está vedada. Explíqueme, señor Waits.



*Oh, la palabra de verificación era gdrog.

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