El muchacho no lo quisiera pero recuerda aquel dicho de la abuela. No hizo nada, jamás lo creyó, tenía unos oídos sordos, sólo sabía responder con los ojos de ella. No cometía embustes con las mismas frases, pero repetía inconciente su nuevo credo, jamás se alejó de su tierra hasta que el suelo se fue corriendo. Hijo mio, ¿Qué quieres que te diga el pobre York? Es una era tan confusa para vivir, venerable idiota...
En la libreria
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Hay amores que no tienen cuerpo,
pero aún así bailan entre páginas,
saltan entre mundos,
y se quedan contigo…
hasta el último suspiro de papel.
Hace 5 días.
1 comentario:
No hagas cosas buenas
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