El muchacho no lo quisiera pero recuerda aquel dicho de la abuela. No hizo nada, jamás lo creyó, tenía unos oídos sordos, sólo sabía responder con los ojos de ella. No cometía embustes con las mismas frases, pero repetía inconciente su nuevo credo, jamás se alejó de su tierra hasta que el suelo se fue corriendo. Hijo mio, ¿Qué quieres que te diga el pobre York? Es una era tan confusa para vivir, venerable idiota...
Secreto Epistolar V
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Por mis lágrimas escapan universos de besos que ya no podré darte.
No habrá más fuegos artificiales, ni ardor, ni nada.
Y no encontraré descanso d...
Hace 21 horas.
1 comentario:
No hagas cosas buenas
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