El muchacho no lo quisiera pero recuerda aquel dicho de la abuela. No hizo nada, jamás lo creyó, tenía unos oídos sordos, sólo sabía responder con los ojos de ella. No cometía embustes con las mismas frases, pero repetía inconciente su nuevo credo, jamás se alejó de su tierra hasta que el suelo se fue corriendo. Hijo mio, ¿Qué quieres que te diga el pobre York? Es una era tan confusa para vivir, venerable idiota...
Rituales del fin
-
Los atardeceres son la prueba de que existen los finales felices.
Lo que tenía que suceder, pasó
Estar consciente que solo somos una vez en la vida.
...
Hace 2 días.
1 comentario:
No hagas cosas buenas
Publicar un comentario