jueves, mayo 14, 2009

Contra la originalidad o el éxtasis de las influencias. Escrito por Jonathan Lethem (Parte 1)

Alguna vez han leído a Jonathan Lethem?

El tipo es inquietante... Sin llegar a volarme la cabeza como Chuck Palahniuk con Fight Club o Choke... Este autor tiene algo que me perturba, no sólo por lo que narra, historias que jurarías que has escuchado antes pero no entiendes cómo llegaron a un grado tan bizarro, sino por todo lo que intuyes que se mueve detrás de cada línea que escribe.

Hace un par de años publicó en Harpers un ensayo enorme titulado The Ecstasy of Influence: A plagiarism. Que me parece fundamental para comprender la literatura (y música) contemporánea. Por fortuna los chicos de Etiqueta Negra publicaron el texto, mismo que voy a poner aquí con alguna manita de York en la traducción (por aquello del punch).

Está largo? sí...

Desde T.S. Eliot hasta South Park... Pasando por Dylan, El almuerzo desnudo, Mickey Mouse y Einstein.

Lo he dividido en seis partes, será publicada una cada día cerca de las 12:00 pm.

Vale la pena?

Pues... amas las letras?

Al menos dale la oportunidad a esta primera parte, no tiene desperdicio...

Ahí va.




Contra la originalidad o el éxtasis de las influencias

Por Jonathan Lethem



Toda la humanidad es de un autor, y es un volumen;

cuando un hombre muere, no se arranca un capítulo

de un libro, sino que se traduce a una lengua mejor;

y todo capítulo debe ser así traducido.

John Donne


Siga este relato: hombre culto de mediana edad recuerda la historia de un amor loco, que empieza cuando, en un viaje al extranjero, se hospeda en una habitación. Cuando ve a la hija de la casera, se pierde. Ella es una púber cuyos encantos lo esclavizan de inmediato. Sin considerar la edad, él se vuelve íntimo de la niña. Al final, ella muere y el narrador –marcado para siempre– se queda solo. El nombre de la niña titula la historia: Lolita.

El autor, el alemán Heinz von Lichberg, publicó el texto en 1916, cuarenta años antes que la novela de Vladimir Nabokov. Lichberg, con el tiempo, se convirtió en un periodista destacado de la era nazi, y sus trabajos juveniles se perdieron de vista. ¿Nabokov –que estuvo en Berlín hasta 1937– adoptó el relato de Lichberg de manera consciente? ¿O acaso esa historia predecesora fue para él un recuerdo oculto y desconocido? La historia de la literatura no es tal sin los ejemplos de este fenómeno llamado criptomnesia. Según otra hipótesis, Nabokov, que conocía a la perfección el texto de Lichberg, se sumó al arte de citar lo que Thomas Mann –otro maestro del género– llamó «alta criba». La literatura siempre ha sido un crisol en el que los temas más familiares se funden de manera continua. Muy poco de lo que admiramos en la Lolita de Nabokov se encuentra en el relato antecesor; éste no puede deducirse de aquél. Pero la pregunta es: ¿Nabokov se prestó y citó sabiendo lo que hacía?

«Cuando vives fuera de la ley tienes que eliminar la deshonestidad». La frase está en la película negra que Don Siegel hizo en 1958, The Lineup [La alineación], y que escribió Stirling Silliphant. Todavía aparece en cineclubes nostálgicos gracias, quizá, a cómo Eli Wallach interpreta a un sociópata y asesino a sueldo y también a la extensa carrera de Siegel como autor. Pero, ¿qué importancia tenían esas palabras –para Siegel o Silliphant o para su audiencia– en 1958? ¿Qué importancia tenían cuando Bob Dylan las escuchó, las limpió un poco y las incluyó en «Absolutely Sweet Marie»? ¿Qué importancia tienen ahora esas palabras para la cultura en general?




La apropiación siempre ha cumplido un papel clave en la música de Dylan. No sólo ha tomado cosas de las películas clásicas de Hollywood, también lo ha hecho de Shakespeare, F. Scott Fitzgerald y de Confessions of a Yakuza [Confesiones de un Yakuza], de Junichi Saga. Se apropió del título del estudio de Eric Lott sobre los juglares y lo usó en su álbum Love and Theft, en el 2001. Uno se imagina que a Dylan le gustó la resonancia general del título, donde las pequeñas ofensas emocionales amenazan la dulzura del amor, como ocurre tan a menudo en sus canciones. El título de Lott es, por supuesto, un riff del tema de Leslie Fiedler Love and Death in the American Novel [Amor y muerte en la novela estadounidense], que identifica el tema literario de la interdependencia entre un hombre blanco y uno negro, como Huck y Jim o como Ishmael y Queequeg –una serie de referencias negadas para el propio Dylan, usurpador y trovador–. El arte de Dylan tiene una paradoja: mientras nos urge a no mirar atrás, también guarda conocimientos de fuentes del pasado que, de otra manera, tendrían poco espacio en la cultura contemporánea; por ejemplo, la poesía de la Guerra Civil del poeta confederado Henry Timrod, resucitada en las letras de uno de los últimos álbumes de Dylan, Modern Times. En este artista, la originalidad y las apropiaciones son una misma cosa.


Lo mismo puede decirse de todas las artes. Lo comprobé a la fuerza cuando buscaba el fragmento de John Donne, epígrafe de este texto. No conocí los versos gracias a un curso universitario, lo confieso, sino en la versión cinematográfica del libro 84, Charing Cross Road, con Anthony Hopkins y Anne Bancroft. Saqué aquel texto de la biblioteca con la esperanza de encontrar allí el fragmento de Donne, pero no estaba. Lo mencionan en la adaptación teatral, pero tampoco ésta impreso. Así que volví a alquilar la película, y allí estaba el pasaje que Anthony Hopkins leía en off, aunque no se le atribuía a nadie la autoría. Por desdicha, el verso estaba abreviado de tal manera que, cuando acudí a internet, empecé a buscar la frase «Toda la humanidad es de un volumen» en lugar de «Toda la humanidad es de un autor, y es un volumen». Al principio, mi búsqueda fue tan desafortunada como la que hice en la biblioteca. Pensé que pedir libros de esa vasta profundidad era cuestión de unos cuantos golpes en el teclado, pero cuando visité la web de la biblioteca de Yale descubrí que la mayoría de sus libros no tienen todavía una versión electrónica. Como último recurso busqué la frase más oscura en apariencia: «Todo capítulo debe ser así traducido». Entonces el fragmento llegó, no a través de una biblioteca académica, sino gracias a que algún amante de Donne lo había colocado en su página personal. Los versos correspondían a la «Meditación 17», en Devociones para ocasiones emergentes, lo más famoso que escribió debido a la frase «nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti». Mi búsqueda me llevó de una película a un libro a una obra de teatro a un sitio de internet y de regreso a un libro. Pero, claro, esas palabras son tan famosas tal vez sólo porque Hemingway las tomó para titular así uno de sus libros.

La literatura es saqueada y fragmentada desde hace mucho tiempo. Cuando tenía trece años compré una antología de literatura beat. De inmediato, y para mi deleite mayor, descubrí a un tal William S. Burroughs, autor de algo llamado El almuerzo desnudo, compendiado ahí en toda su corrugada genialidad. Burroughs era un hombre de letras tan radical como entonces el mundo podía ofrecer. En la experiencia literaria que he tenido desde entonces, nada ha tenido un impacto tan fuerte sobre mi sentido de las posibilidades absolutas de la escritura. Más tarde, al tratar de comprender este impacto, descubrí que Burroughs había incorporado en sus textos pedazos de otros autores, algo que mis maestros habrían llamado plagio. Algunos de esos préstamos habían sido tomados de la ciencia ficción estadounidense de los años cuarenta y cincuenta, lo que para mí significó un segundo golpe de reconocimiento. Por entonces, supe que este «método del corte», como Burroughs lo llamaba, era fundamental para todo lo que él hacía, y que hasta confiaba de manera literal en que se relacionaba con la magia. Cuando escribió acerca de este proceso se me pararon los pelos del cuello (tan palpable era mi emoción). Burroughs interrogaba al universo con tijeras y un bote de pegamento, y el menos imitativo de los autores no fue un plagiario en absoluto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola, la verdad es que me he quedado expectante en la lectura de este ensayo de Lethem, y por eso quiero pedirte que por favor me mandes a mi correo (cancerberodelinfierno@hotmail.com), o bien, postees el contenido completo del ensayo, ya que no me gusta andar con medias tintas. Te lo agradecería mucho.

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